Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 400
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Capítulo 400:
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Freya frunció el ceño.
Recordaba las fotos de Ashley con un hombre extraño, pero la información que había descubierto sobre él no parecía indicar nada extraordinario.
En ese momento, estaba preocupada por su divorcio y no había investigado más.
—¿Puedes ayudarme a que Kristian se reúna conmigo? —Ashley finalmente reveló el verdadero propósito de la reunión.
Freya notó el cambio en la expresión de Ashley. —¿Para qué?
Ashley no respondió de inmediato.
Freya insistió: —¿Para matarlo?
—No voy a matarlo. Solo lo apuñalaré —explicó Ashley, con las manos ligeramente temblorosas mientras hablaba—. Sé anatomía humana. Hay lugares donde se puede apuñalar que no son mortales, solo causan dolor.
Freya la miró, completamente atónita.
—Si lo apuñalo, la policía me arrestará por intento de asesinato —continuó Ashley, con voz firme mientras exponía su plan—. Entonces ya no tendré que soportar todo esto.
Si hería a Kristian, no había duda de que él se aseguraría de que la enviaran a prisión. No mostraría piedad, y quienquiera que la estuviera controlando no podría intervenir. Al menos así, su tormento llegaría a su fin.
Incluso si finalmente la liberaban, habría obedecido las órdenes de ese hombre y las consecuencias la protegerían de cualquier daño adicional.
Freya se quedó sin palabras.
Suspiró profundamente y dijo: «Quizás deberías ir a ver a un médico para que te evalúe tu salud mental».
Ashley estaba sufriendo. Ese retorcido plan era lo único que se le había ocurrido tras días de agonizar por su situación.
—Freya…
—Primero, te entrometiste en mi matrimonio. Luego, me secuestraste. —Freya enumeró los delitos uno por uno—. ¿Y ahora quieres cometer un asesinato? ¿Qué será lo siguiente? ¿Provocar una explosión?
Las palabras de Freya cortaron el aire, afiladas y mordaces.
No tenía paciencia con alguien que no era capaz de defenderse.
Sin embargo, sabía que Ashley no estaba del todo perdida. Todas sus acciones estaban motivadas por el amor hacia su familia.
Freya creía que una mujer debía vivir con valentía, sin comprometer sus principios morales ni infringir la ley. Pero Ashley… Freya ya ni siquiera sabía cómo etiquetarla.
El aire crepitaba de tensión mientras Freya y Ashley se enfrentaban, con miradas agudas e inflexibles.
Con una gracia indiferente, Freya sacó su teléfono móvil, marcó un número lentamente y luego lo colocó con naturalidad sobre la mesa. El teléfono cayó con un suave clic, y el altavoz cobró vida, llenando la habitación con el sonido metálico de una llamada entrante.
La pantalla de privacidad de su teléfono proyectaba una sombra turbia sobre la pantalla, lo que hizo que Ashley estirara el cuello en un intento inútil por ver quién era la persona que llamaba. Antes de que pudiera expresar su curiosidad, una voz familiar salió del altavoz.
—¿Hola? —La voz de Kristian resonó ligeramente, teñida de confusión.
Al ver el nombre de Freya parpadear en la pantalla, una expresión de desconcierto se dibujó en su rostro. Su mente luchó por un momento con la surrealidad del momento.
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