Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 391
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Capítulo 391:
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«¿Qué es exactamente lo que quieres de mí?», preguntó ella, con una mezcla de frustración y curiosidad en la voz.
«Quiero que nos volvamos a casar», respondió Kristian, con la mirada intensa y fija en ella, buscando un destello de esperanza.
Freya permaneció en silencio, con la mente dando vueltas. En el pasado le había dado oportunidades para reparar sus fracturas, pero algunas oportunidades, una vez desperdiciadas, se pierden para siempre.
Durante el resto del viaje, un pesado silencio se cernió entre ellos. Freya miró el GPS, luego tomó silenciosamente su teléfono y escribió un mensaje rápido a Ethel, compartiendo la dirección de la casa de Kristian.
Tan pronto como recibió el mensaje, Ethel ordenó a los guardaespaldas que reunieran todos los lujosos regalos que Kristian había enviado y los cargaran en el coche.
Hugh, que la observaba moverse con paso decidido por la habitación, parpadeó confundido. —Sheila, ¿qué estás haciendo?
—Devolver todo lo que nos envió Kristian Shaw —espetó Ethel, con tono seco y directo.
Mientras hablaban, la expresión de Hugh se nubló con preocupación, lo que hizo que Ethel se fijara en su mirada inquieta.
Con tono indiferente, preguntó mientras observaba a los guardaespaldas trabajar: —¿En qué piensas?
Hugh dudó, apretando los labios antes de abordar finalmente el tema. —¿Te ha dicho Mina alguna vez por qué no soporta a Cheryl?
Su pregunta quedó suspendida en el aire, cargada de implicaciones, mientras Ethel se detenía en medio de sus pensamientos. Su expresión, antes brillante, se ensombreció, reflejando la tormenta que se avecinaba en su interior.
Nunca había podido ocultar sus emociones; estas pintaban su rostro como pinceladas vívidas sobre un lienzo. Ahora, sombras de preocupación se dibujaban en sus rasgos. —Pareces indiferente…
Ethel estaba preocupada por la ausencia de Mina, pero se preocupaba por trivialidades.
—Hugh, sorprendido por el cambio repentino, respondió: —¿Qué le ha pasado?
—Kristian se la ha llevado —respondió ella, con un tono de resignación en la voz.
Una ola de alivio inundó momentáneamente a Hugh, cuyos pensamientos se remontaron brevemente a la reunión para almorzar que lo había tenido ocupado toda la tarde.
—No te preocupes demasiado. Si Kristian se atreve a hacerle daño a Freya, tendrá que responder ante mí —le aseguró, tratando de imprimir un tono de certeza en su voz.
Ethel frunció el ceño, con una mirada penetrante, como si estuviera viendo a Hugh por primera vez. —Papá.
—¿Qué pasa? —Hugh levantó la vista, con la voz cargada de una mezcla de curiosidad y preocupación.
—¿Quieres menos a Mina después de lo que ha pasado hoy? —La sensibilidad juvenil de Ethel a menudo la llevaba a interpretar las situaciones en profundidad.
El rostro de Hugh se endureció, y su actitud relajada dio paso a una expresión severa. —¡Es lo más ridículo que he oído en todo el día!
—Si fuera cualquier otro día, con solo mencionar que Kristian se había llevado a Mina, te habrías puesto frenético, ansioso por recuperarla o al menos llamarla. —Sus emociones eran palpables, su corazón era un mar tumultuoso que se negaba a calmarse.
Hugh se quedó sin palabras, su pregunta le había afectado más de lo que esperaba. Se dio la vuelta y entró en la casa con paso vacilante, perdiendo su habitual compostura.
Ethel lo siguió, con tono persistente. «¿Hay algún problema con Mina?».
«No es un problema con ella en sí», comenzó Hugh, suavizando la voz mientras luchaba con sus sentimientos. «Es solo que no puedo entender por qué ella, que suele ser tan compasiva, se ha comportado de forma tan dura con Cheryl hoy durante el almuerzo».
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