Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 380
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Capítulo 380:
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Pero Freya había malinterpretado una cosa.
Para Hugh, Freya y Ethel lo eran todo. Si cualquiera de ellas se negaba a aceptar a Cheryl, él no seguiría adelante con el matrimonio, aunque pareciera injusto para Cheryl.
Y lo que era más importante, desde el principio le había dejado claro a Cheryl que quizá nunca se casaría con ella.
Al ver lo emocionado que estaba, Freya sintió un punzada de conflicto. Se preguntó si su difunta madre la culparía por esta decisión, o si le habría roto el corazón ver a Hugh en ese estado.
Pero pensándolo bien, probablemente no lo haría. Siempre había sido una mujer que trataba a Hugh con delicadeza, con una paciencia tranquila y una amabilidad inquebrantable.
Era bondadosa hasta la médula.
—Dime qué día te viene bien y organizaré la reunión —dijo Hugh, titubeando ligeramente.
«No estoy disponible el 15 ni el 16», respondió Freya, con un tono indescifrable. «Cualquier otro día me viene bien».
«¿Qué tal el 10?».
«De acuerdo», dijo Freya, y con eso, Hugh sintió que se le quitaba un peso de encima.
Después de que Freya subiera a descansar, Hugh llamó a Cheryl para informarle de la reunión con Freya el día 10.
Cheryl estuvo de acuerdo.
Una vez que todo estuvo en marcha, Hugh también envió un mensaje a Ethel.
Su plan era llevar a Ethel y a Freya juntas y, si todo iba bien, consideraría fijar una fecha para registrar oficialmente el matrimonio. Mientras tanto, Cheryl vivía en un apartamento dúplex que Hugh había comprado, donde también residía Vivien.
Al escuchar la llamada, Vivien frunció el ceño con frustración y hinchó las mejillas como una niña a la que le habían negado algo. —¿Por qué no puedo ir? ¿No soy tu hija también?
—Todavía le molesta lo que hiciste antes —dijo Cheryl con frialdad. Era elegante y serena, el tipo de mujer que Ethel describía como genuinamente amable—. Te dije que no lo alteraras.
«No sabía que Freya Briggs era su hija», argumentó Vivien, sintiéndose injustamente tratada. Siempre se había comportado lo mejor posible con Hugh, y él la apreciaba de verdad. Pero por culpa de Freya, todo se había venido abajo. Vivien hervía de resentimiento.
—Tú te equivocaste entonces, así que deja de actuar como si fueras la víctima —respondió Cheryl, con tono tranquilo pero inflexible.
El rostro de Vivien se nubló por la frustración, pero no podía negar la verdad que la atormentaba: ella había cometido un error.
Aun así, la sola idea de perder todo el fruto de su duro trabajo por culpa de Freya le provocaba una gran inquietud.
Tras una larga y vacilante pausa, finalmente rompió el silencio, con voz llena de incertidumbre. —¿Crees que el señor Briggs me aceptará de nuevo después de esto?
Cheryl la estudió durante un momento, con la mirada aguda pero silenciosa.
Sabía exactamente qué tipo de hombre era Hugh. Dado el lío en el que Vivien se había metido antes, era poco probable que él le ofreciera su perdón tan fácilmente.
—Primero deberías controlar tu comportamiento —le aconsejó Cheryl tras un pesado silencio—. Un paso en falso y todo podría venirse abajo. Espero que lo entiendas.
Vivien se tragó su frustración, las palabras le dolían, pero eran necesarias. Los días pasaron en una nebulosa, con Freya compaginando su trabajo entre Briggs Group y Anita International Group.
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