Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 378
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 378:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
—La forma en que la miró no parecía la mirada de un desconocido —dijo Kristian, con aire pensativo, dándole vueltas al asunto—. Más bien parecía alguien que veía un rostro del pasado.
«¿Estás bien?», preguntó Mack, genuinamente confundido por las palabras de Kristian. Su padre había mirado a Freya de la misma manera en que miraba a cualquier talento en ascenso.
¿Kristian estaba realmente preocupado de que reclutaran a Freya?
Kristian se guardó sus pensamientos para sí mismo. Le preguntaría más tarde.
Pasó media hora y Brady regresó.
Mack miró detrás de él y, al no ver a Freya, preguntó: «¿Dónde está Freya?
—Ha venido su asistente a recogerla —respondió Brady con su tono severo de siempre—. Cuando hayas comido, vuelve al entrenamiento. No pierdas más el tiempo.
—Entendido —Mack no se atrevió a discutir.
Su padre estaba a punto de marcharse cuando Kristian, ahora con un traje impecable y perfectamente educado, se adelantó. Miró a Brady y le preguntó: —Señor Russell, ¿conocía a Freya?
Brady era un hombre de alto rango. Si conocía a Freya, significaba que había algo más en ella de lo que parecía.
Pero, mientras lo pensaba, Kristian frunció el ceño. Freya no parecía lo suficientemente mayor como para encajar en esa teoría.
—No exactamente —respondió Brady, con voz baja y firme—. Es solo que me recuerda mucho a su madre, a quien conocí bien en su día.
Esa frase disipó las dudas de Kristian.
Brady se marchó del club poco después.
Al recordar la ingeniosa excusa de Freya para despedirse, Kristian no pudo evitar sonreír, impresionado por su rapidez mental, y sintió una punzada de arrepentimiento. Si la hubiera conocido y se hubiera referido a ella antes que ese hombre, quizá las cosas habrían sido diferentes.
Mientras Brady le daba vueltas al asunto, Freya ya se había marchado, llevada por Melvin en su coche.
Melvin miró por el retrovisor y se percató del silencio que irradiaba Freya, como una espesa niebla. —¿Te pasa algo? —preguntó con voz tranquila, pero curiosa.
—No —murmuró Freya, recostándose en el asiento y pellizcándose el puente de la nariz.
«Ya no tienes que fingir que eres mi novio. Anoche aclaré las cosas con Kristian».
«De acuerdo», respondió Melvin sin dudar, aceptando sus palabras con facilidad.
Sintiéndose agotada, Freya cerró los ojos, esperando un momento de paz.
Volver a ver a Brady había despertado recuerdos largamente enterrados.
Nunca se alistó oficialmente en el ejército, solo era una civil normal a la que podían llamar cuando la necesitaban y luego le permitían volver a una vida que parecía normal desde fuera. Hacía mucho tiempo que no participaba en una misión.
Mientras el coche seguía su camino, Melvin no podía quitarse de la cabeza la sensación de que hoy había algo raro en ella. En lugar de dirigirse a la oficina, desvió silenciosamente el coche hacia su casa, donde vivían Hugh y Ethel.
Freya apenas dijo nada.
Una vez llegaron, subió las escaleras sin decir palabra y se fue directamente a la cama.
Hoy solo estaban ella y Hugh en casa; Ethel había vuelto al campus para dar clase.
Después de ceder las riendas de la empresa a Alan, Hugh pasaba la mayor parte del tiempo en casa, escapándose de vez en cuando para visitar a alguien que claramente significaba mucho para él.
.
.
.