Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 374
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 374:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Mack suspiró y le dio una palmada en el hombro a Kristian. —Vamos, ¿no puedes ser un poco más indulgente con ella?
Kristian no se molestó en responder y volvió a coger la pistola con calma.
Tenía que ganar esta competición.
—Tira tú primero —le ofreció, sin querer que Freya se sintiera presionada.
«No hace falta», rechazó Freya. Quería que la competición fuera lo más justa posible. «Sigamos con el orden original».
Sus palabras hicieron que Mack, Kristian y los miembros del personal se detuvieran y la observaran. ¿Cómo podía alguien mantener la compostura bajo tanta presión?
Kristian no discutió. En su lugar, se concentró por completo en el blanco. Su expresión era más seria que nunca. Aunque creía que Freya no podía acertar en un blanco a 300 metros de distancia, no podía permitirse subestimarla.
No tenía margen para el error, no hoy.
Al observar la concentración de Kristian, Mack sintió aún más curiosidad. ¿Qué estaba pasando realmente entre él y Freya? ¿Por qué se estaba convirtiendo en una competición tan importante?
¡Bam!
El arma rugió, resonando en el campo de tiro mientras la bala atravesaba el aire hacia el objetivo lejano.
Mack levantó los prismáticos y entrecerró los ojos, y luego se quedó rígido cuando vio el impacto. Un tiro perfecto.
Cuando Kristian practicaba normalmente en el club, sus disparos a 300 metros oscilaban entre nueve y diez anillos.
Pero esta vez había dado en el centro con precisión quirúrgica. ¿Era realmente el calor de la competición lo que le estaba empujando tan lejos?
Kristian devolvió el arma y miró a Freya, esperando su reacción. Freya ni siquiera le miró. Tan tranquila como siempre, levantó su arma y apuntó.
Se oyó un disparo.
Mack volvió a ponerse los prismáticos, ahora más curioso por Freya que por Kristian. Al fin y al cabo, acertar todos los diez a cincuenta metros no era algo que muchos novatos consiguieran aquí.
Sin embargo, en cuanto vio el blanco, se quedó paralizado.
Bajó los prismáticos, se frotó los ojos y volvió a levantarlos, pero el resultado no había cambiado: otro tiro en el blanco.
En ese momento, se quedó estupefacto. ¿Cómo podían haber acertado los dos en el blanco? ¿Y disparar desde trescientos metros con un rifle prácticamente obsoleto? «¡No puede ser!».
«¿Quién es ella? ¿De verdad es tan buena?».
«Yo ni siquiera puedo acercarme al blanco a trescientos…».
Se produjo un murmullo entre los miembros del personal que se encontraban cerca. Todas las miradas se dirigieron hacia Freya con admiración.
Kristian se detuvo. Le quitó los prismáticos a Mack y miró por ellos. Cuando vio el blanco, su mente se quedó en blanco por un momento.
Él se había esforzado al máximo para conseguir ese tiro perfecto y, sin embargo, Freya lo había igualado, aparentemente sin esfuerzo.
—Señorita Briggs —dijo Mack, ahora con un tono diferente, menos juguetón y más sincero—. ¿Ha pensado alguna vez en alistarse en el ejército? Mi padre podría mover algunos hilos y conseguirle una carta de recomendación.
Antes de que Freya pudiera responder, Kristian agarró a Mack por el cuello y lo tiró hacia atrás. —No está interesada. Déjalo».
.
.
.