Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 351
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Capítulo 351:
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La habitación quedó sumida en un silencio incómodo hasta que Ethel, impulsada por un impulso repentino, preguntó: «¿De verdad deseas reconciliarte con mi hermana?». Hugh frunció el ceño, confundido por la pregunta. ¿Qué demonios estaba tramando?
Kristian no esperaba ningún apoyo por parte de Ethel. «Sí», respondió simplemente.
—Muy bien, entonces —replicó Ethel con dureza—. Entregue todas sus acciones del Grupo Shaw y toda su fortuna a mi hermana.
A continuación, añadió con una mirada feroz: —Y ya que está, intente recomponer un espejo roto o recoger el agua que se ha derramado. Si es capaz de lograrlo, tal vez considere dejarle perseguirla.
Kristian abrió ligeramente la boca y replicó: «¿Por qué todo tiene que ser volver a poner las cosas como estaban?».
«¿No estás intentando volver a casarte con mi hermana?», espetó Ethel, frunciendo el ceño con confusión.
—Sí, lo estoy —respondió Kristian, esforzándose por ser claro—. Pero cuando digo que quiero volver a casarme con ella, no me refiero a retomar donde lo dejamos. No vamos a desenterrar nuestra antigua vida juntos, sino a sentar las bases para algo completamente nuevo. No podemos revivir el pasado. Esa parte de nuestras vidas ya no existe. Pero el futuro… podemos construir algo nuevo a partir de él.
Ethel se quedó momentáneamente sin palabras, sorprendida por su astucia.
—Solo eres un charlatán —señaló, con tono escéptico.
Kristian permaneció en silencio, con la mirada fija en Hugh. La aprobación de Hugh era fundamental; con ella, Kristian podría ir arreglando poco a poco las cosas con Freya. Sin ella, le esperaba un camino difícil.
Hugh permaneció en silencio.
Un silencio pesado se apoderó de la habitación, cargado de tensión tácita, mientras los tres permanecían sentados en un enfrentamiento sin palabras. El tiempo pareció alargarse hasta convertirse en un momento interminable, hasta que Kristian finalmente rompió el silencio, dirigiendo su voz con firmeza a Hugh. —Prometo tratarla bien.
Hugh permaneció estoicamente en silencio, con los pensamientos dando vueltas en su cabeza. ¿Por qué no había aparecido aún Freya?
La idea de aceptar la propuesta de Kristian era ridícula, sobre todo teniendo en cuenta lo cerca que había estado Hugh de enfrentarse físicamente a él por el desamor de Freya. Y, sin embargo, ahí estaba Kristian, buscando audazmente su bendición una vez más.
—Señor Briggs —se atrevió a decir Kristian una vez más, rompiendo el tenso silencio.
—¿Sufre usted de memoria corta? —La voz aguda de Freya cortó la tensión al entrar, todavía vestida con su traje de negocios, con una presencia imponente—. ¿No ha rechazado ya su petición?
La llegada de Freya llamó inmediatamente la atención de las tres personas que se encontraban en la habitación.
Hugh se relajó al verla, aunque la preocupación seguía presente en su corazón. No estaba seguro de si ella aún sentía algo por Kristian. Si ese era el caso, las acciones de Kristian podrían haberla herido profundamente, intensificando su angustia.
—¡Mina! —Ethel clavó la mirada en ella.
Freya se acercó y le revolvió el pelo en broma. Luego se volvió hacia Kristian con palabras mesuradas y directas. «La puerta está por allí. No hay prisa por salir».
«Aún no hemos terminado. ¿Cómo voy a irme así?». La voz de Kristian se mantuvo firme, pero sus ojos se fijaron en Freya en cuanto la vio con su atuendo profesional de oficina. En ese instante, solo pudo pensar que encarnaba a la perfección el papel de una líder en el mundo empresarial.
Freya lo dejó claro desde el principio: «No hay nada más que hablar. Cuando nos divorciamos, te dije que un ex como es debido debía mantenerse al margen de mi vida».
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