Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 346
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Capítulo 346:
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Richie estaba desconcertado. ¿Qué significaba eso?
«Gerard mencionó que el presidente se quedará en Alerith durante mucho tiempo», explicó Chaz. «Nuestro trabajo es asegurarnos de que este proyecto resulte rentable. El presidente se encargará de cualquier problema que surja en el futuro».
Richie tuvo una revelación. ¡Chaz tenía razón! ¿Cómo no se le había ocurrido? Su presidente iba a quedarse en Alerith durante bastante tiempo, y tanto él como Gerard eran expertos estrategas.
«Muy bien, vamos a firmar el contrato», dijo Richie, ahora aliviado.
Chaz se enderezó la corbata y volvió a entrar en la sala de recepción. Frente a Freya y Melvin, mantuvieron una postura profesional. —Hemos decidido seguir adelante con la asociación —declaró Chaz, con una mezcla de sonrisas y seriedad en el rostro.
Freya mantuvo la compostura y esbozó una sonrisa cortés. Ambas partes firmaron y se dieron la mano. La asociación quedó sellada.
«Sinceramente, antes de que comenzaran las conversaciones de hoy, ambos nos sentíamos aliviados», admitió Chaz, reconociendo la experiencia de Freya. «Pensábamos que no sería tan difícil como otras veces, pero usted ha demostrado ser el verdadero motor del Grupo Briggs».
«Cierto», intervino Richie.
Freya esbozó una pequeña sonrisa. Antes de que pudiera responder, Chaz añadió: «¿Nos acompañan a comer?».
«Me encantaría», respondió Freya con amabilidad.
La secretaria se apresuró a hacer la reserva.
Esa tarde, Freya y Melvin se unieron a Chaz y Richie para almorzar.
Mientras disfrutaban de la comida, la conversación fluyó con naturalidad. Chaz, con aire intrigado, preguntó: «Por cierto, señorita Briggs, ¿de dónde es usted?».
«De Alerith».
«¿Está soltera?», preguntó Chaz sin rodeos.
La pregunta pilló a todos por sorpresa y, por un momento, la conversación se detuvo mientras todos miraban alrededor de la mesa.
Richie lanzó una mirada interrogativa a Chaz, como si le preguntara en silencio: «¿Qué estás haciendo?».
Chaz le devolvió la mirada con una expresión que parecía decir: «Me interesa».
Antes de que nadie pudiera responder, Melvin confirmó: «Sí, está soltera».
Freya le lanzó una mirada rápida. ¿Qué estaba tramando?
—Genial. Yo también soy soltero —dijo Chaz con entusiasmo—. Sra. Briggs, ¿qué aficiones o intereses tiene en su tiempo libre?
—No hay nada que le guste más que un buen libro o una siesta —intervino Melvin una vez más, con voz tranquila y serena—. Ah, y también le gusta mucho el sparring.
—Eso es estupendo —elogió Chaz sin rodeos.
En ese momento, un pensamiento resonó en su mente: Freya no solo era guapa y hábil en su trabajo, sino que tenía un espíritu poco común y admirable. Era exactamente el tipo de mujer que cumplía todos sus requisitos.
Justo cuando iba a abrir la boca para hablar de nuevo, su teléfono vibró. Iba a ignorarlo, pero cuando vio el nombre de Gerard en la pantalla, esbozó una sonrisa de disculpa y respondió: —Hola, Todd.
—Estamos cenando con el asesor de inversiones del Grupo Briggs. Acabamos de cerrar la colaboración.
—Sí.
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