Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 342
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Capítulo 342:
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Atrapado en la silla, Frederick se tomó un momento para considerar su situación antes de preguntar con vacilación: «¿Puedo ir al baño primero?».
Kristian asintió levemente y Gerard lo desató rápidamente de la silla.
Para asegurarse de que Frederick no escapara, Kristian le ordenó a Gerard que se quedara a su lado.
Al entrar en el baño, Frederick se dio cuenta de que Gerard lo seguía a cada paso, sin apartar la mirada. Suspirando profundamente, Frederick murmuró: «¿Podrías al menos darte la vuelta? Me incomoda que me mires así».
«Si no te vigilo y te escapas, perderé mi bonificación de este año», respondió Gerard, ajustándose las gafas con una seriedad que hacía que sus palabras parecieran definitivas.
Frederick se quedó sin palabras. Sabía que era inútil intentar razonar con alguien que valoraba su salario y sus bonificaciones más que nada en el mundo.
Cinco minutos más tarde, Gerard lo acompañó de vuelta a la oficina de Kristian, donde este lo esperaba, todavía con el teléfono de Frederick en la mano.
Kristian se demoró en levantarse de la silla, las líneas nítidas de su traje a medida le daban un aire de distanciamiento. Cuando Frederick entró, Kristian le preguntó: —¿Ya estás listo para contármelo?
—¿Por qué insistes tanto en que Freya te desbloquee? —Frederick se lanzó a la conversación.
Una rápida mirada hacia Kristian delató la inquietud de Gerard. Su estómago se revolvió con la premonición de que las próximas palabras de Kristian no serían nada reconfortantes.
«Soy yo quien debería cortar los lazos, no ella», declaró Kristian, con los ojos turbulentos por la emoción. «Ella no debería tener el poder de bloquearme». Lo ideal sería que, si alguien tuviera que ser bloqueado, fuera él quien lo iniciara.
Además, Freya no había sido sincera desde el principio.
Gerard se quedó sin palabras.
Frederick consideró que la postura de Kristian era un poco inmadura. «¿Por qué no la borras y ya está? Así serías tú quien terminara con ella».
Kristian se limitó a mirarlo en respuesta. No pronunció ni una palabra, ni su expresión se volvió amenazante, pero la intensidad de su silencio era suficiente para helar la sangre.
«Si realmente deseas que Freya te desbloquee, primero debes demostrarle tu valía», dijo Frederick con seriedad.
«Tal y como están las cosas, no habrá forma de convencerla».
Kristian entrecerró los ojos. ¿Cómo alguien tan poco inspirador como este se había convertido en amigo de Freya?
Frederick dudó y dejó la frase en el aire. «Por no mencionar…». Se preguntó si debía revelar más.
Impaciente, Kristian insistió: «¿Por no mencionar qué?».
«Eres el exmarido de Freya —soltó Frederick, y rápidamente apartó la mirada, rascándose nerviosamente la mejilla. Continuó, bajando la voz—. Ella tiene una regla estricta sobre las relaciones pasadas: un ex debe ser alguien de quien nunca vuelves a saber nada».
Kristian sintió curiosidad y preguntó con brusquedad: «¿Y qué hay de su primer amor? ¿Cortaron toda relación tras romper?». Recordó que Freya había mencionado algo parecido.
Sin embargo, recordaba perfectamente una fiesta organizada por Liam en la que Freya, tras perder un juego, tuvo que llamar a su primer amor. Su reacción fue bastante reveladora. En lugar de hacer la llamada, prefirió aceptar el castigo y se bebió tres vasos seguidos. Durante sus dos años de matrimonio, Freya rara vez tocaba el alcohol, solo lo hacía cuando era absolutamente necesario.
¿Su consumo excesivo de alcohol aquella noche se debía a su firme regla o era consecuencia de una profunda herida dejada por su primer amor?
Mientras estos pensamientos se arremolinaban en su cabeza, Kristian sintió una opresión en el pecho. Quizás su teléfono aún contenía el número de su primer amor, o tal vez lo había grabado en su memoria.
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