Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 34
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Capítulo 34:
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«¿Ansioso por ocupar mi lugar?», gruñó Kristian, con palabras crudas e improvisadas. El arrepentimiento lo azotó en cuanto salieron de su boca.
Todos se quedaron paralizados.
Incluso Felipe se puso rígido. Nadie esperaba tal veneno. Si realmente quería el divorcio, ¿por qué tanta rabia?
—Kristian. Freya tenía intención de guardar silencio, pero sus palabras fueron demasiado lejos. ¿Alguna vez usas ese cerebro para algo más que para adornar?
La mano de Kristian se quedó paralizada en el aire. Con el temperamento a flor de piel, respondió: —Entonces deja de darme motivos para decir estas cosas.
—Estás loco. —Discutir era inútil.
Se bebió el vino de un trago.
Cuando fue a coger otra copa, Kristian apretó la mandíbula. Se movió para detenerla, pero Trent fue más rápido.
—No —murmuró, con los ojos llenos de preocupación—. No es bueno para ti.
Freya dejó la copa sobre la mesa, con las emociones a flor de piel. Nunca había imaginado que Kristian pudiera herirla tan profundamente.
—Parece que tú y Freya tenéis una relación muy estrecha —comentó Felipe, intrigado, mientras estudiaba la expresión de Trent en busca de algún significado oculto.
—Nos conocemos desde hace años —respondió Trent con naturalidad—. Nuestra relación siempre ha sido muy fuerte.
Felipe se inclinó hacia Kristian y le susurró: —Es evidente que solo son amigos. Si hubiera algo más entre ellos, ¿no habría pasado ya? ¿Por qué esperar?
—Cállate —murmuró Kristian, con el pecho oprimido por una emoción que se negaba a nombrar.
Freya no era de las que toleraban los desaires en silencio: se aseguraba de que cualquiera que se cruzara en su camino lo lamentara.
Su mirada se posó con calma en Zander. —Señor Loftus, siempre he admirado su integridad. Me parece el tipo de hombre que sería un excelente marido.
La sala se quedó en silencio, con la confusión reflejada en todos los rostros. Nadie podía entender su repentino cambio de tono.
—¿A qué viene esto? —preguntó Zander, mirando a Kristian, cuya expresión se había ensombrecido.
—Te vi en ese programa de citas —dijo Freya, con un tono de divertida ironía—. Tu perspectiva sobre el amor y el compromiso era… refrescante y basada en principios.
Zander parpadeó, completamente perdido.
—¿Qué ha dicho? —intervino Felipe, inclinándose hacia delante.
La sonrisa de Freya era muy tenue. —Le plantearon una hipótesis: ¿qué pasaría si tu primer amor idealizado volviera después de casarte? ¿Dejarías a tu cónyuge por él? Su respuesta fue la única que tenía sentido.
Felipe miró a Kristian, con el paralelismo tácito flotando en el aire.
Zander se tensó al darse cuenta.
Ante esa hipótesis, su respuesta había sido mordaz: solo un tonto egoísta abandonaría sus votos por un fantasma del pasado.
Ahora, con Kristian dejando a Freya por Ashley, la ironía era insoportable.
—¿Y bien? ¿Qué respondiste? —Felipe le dio un codazo impaciente.
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