Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 338
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 338:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Su rostro se endureció por la ira. —¿Hablasteis de esto delante de ella? —preguntó.
—Fue… mi tío quien lo dijo —titubeó Vivien, dándose cuenta demasiado tarde de que la situación se le estaba escapando de las manos.
La mirada de Hugh se dirigió instintivamente hacia Freya, invadido por un sentimiento de culpa por no haberla protegido mejor. Pero Freya, tranquila y serena, no parecía preocupada en absoluto. Las mentiras nunca se imponen a la verdad.
Ella miró el rostro frenético de Vivien y, con una sonrisa fría, le dio un consejo. «Quizá deberías seguir el ejemplo de tu tío y acabar compartiendo celda con él».
«¿Qué?», la mente de Vivien se sumió en el pánico.
Al descubrir que Freya no solo era la hija de Hugh, Vivien se dio cuenta de que estaba en un buen lío. Ahora todo tenía sentido: por qué Hugh había escuchado a Freya en la empresa ese mismo día y por qué Freya había afirmado que, sin su consentimiento, nunca volvería a unirse al Grupo Briggs.
«Tu tío ha difundido rumores sobre mí hoy y luego ha traído a sus guardaespaldas para agredirme por la noche, e incluso ha incitado a Emil a hacer daño a mi hermana», dijo Freya con calma. «Tengo pruebas de todo lo que ha hecho».
Vivien, incapaz de articular palabra, se quedó paralizada. Ahora comprendía que Freya era mucho más formidable de lo que había imaginado. Freya era muy diferente de Ethel.
—¿Te vas por tu propio pie o te acompaño a la puerta? —preguntó Freya, mirando a Vivien, que ahora parecía mucho más pequeña que ella.
Vivien se mordió el labio, indecisa. Una mezcla de emociones la invadió, pero se dio la vuelta y huyó.
La tensión en la habitación se disipó lentamente y Ethel, aún conmocionada por los acontecimientos, rompió finalmente el silencio. «Freya, ¿por qué no nos has contado antes lo de la agresión?».
«Es verdad, deberías habérnoslo contado», dijo Hugh con voz preocupada. La idea de que su hija pudiera estar en peligro le atormentaba.
Freya observó sus expresiones preocupadas. —No es nada grave, ya se ha solucionado.
—¿Cómo puede no ser grave? —La preocupación de Hugh era evidente—. A partir de mañana, tendrás ocho guardaespaldas que te seguirán a todas partes.
Freya se limitó a negar con la cabeza. —No es necesario.
—¡Mina!
—Su presencia solo me ralentizaría.
Hugh se quedó sin palabras. Ethel también estaba demasiado sorprendida para decir nada. Sin embargo, las palabras de Freya tenían sentido de alguna manera.
Hugh había contratado guardaespaldas para Freya y Ethel. Ethel los había aceptado, agradeciendo su discreta protección, pero Freya se había negado. Incluso después de que Hugh insistiera, Freya había demostrado que podía despachar fácilmente a todo un equipo de guardaespaldas por su cuenta. Desde entonces, Hugh nunca volvió a sacar el tema de los guardaespaldas.
Freya se levantó, preparándose para subir las escaleras. —Me voy arriba.
—Buenas noches.
—Espera —la llamó Hugh, con voz llena de vacilación.
Freya se detuvo a medio paso.
Ethel también miró, sorprendida. Hugh había detenido a su hermana; sin duda, era un paso adelante.
—Bueno… —Hugh titubeó, sin saber cómo expresar lo que quería decir. Temía que ser demasiado directo pudiera molestar a Freya, pero permanecer en silencio le parecía igualmente incorrecto.
.
.
.