Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 328
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Capítulo 328:
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¿Era Edwin?
Freya volvió la mirada hacia el hombre.
Desde donde estaba sentada, el rostro del hombre seguía siendo un misterio, pero la voz y la silueta no dejaban lugar a dudas: era Edwin.
El último encuentro en el hotel había sido cuidadosamente orquestado por Freya. Esperaba que, al provocar a Edwin, él picara el anzuelo y le diera la oportunidad perfecta para desenmascarar sus fechorías. Eso le permitiría reunir las pruebas necesarias para enviarlo a la cárcel. Pero, hasta ahora, nada había salido mal.
—Melvin —lo llamó con voz firme.
—A su servicio —respondió él rápidamente.
—¿Crees que tu atuendo de hoy es adecuado para mostrar tus habilidades de lucha? —preguntó Freya, con la mente ya elaborando un plan.
Melvin, que conocía sus intenciones mejor que nadie, lo entendió de inmediato. Sin dudarlo, respondió: —Sí.
Cuando Freya daba una orden, era como si fuera un mandato divino, sin importar las circunstancias.
Freya asintió con la cabeza, sintiéndose tranquila. —Bien.
Terminaron de comer sin prisas y, cuando llegó el momento de pagar, Freya alzó ligeramente la voz con la intención de llamar la atención de Edwin y poner en marcha su plan.
Tal y como esperaba, en cuanto habló, tanto Edwin como Vivien volvieron la cabeza hacia ella.
La voz de Freya era inconfundible, clara y melodiosa. Vivien, que la había oído hacía solo unos instantes, la reconoció de inmediato. Edwin también la recordaba muy bien: la misma voz que había resonado en los confines de la habitación del hotel, la que lo había llevado casi a la locura.
Efectivamente, tan pronto como Freya terminó de pagar y se dirigió hacia la puerta, Edwin se acercó a ella y a Melvin, con una sonrisa en los labios. —Vaya, vaya, ¿no es la señorita Briggs?
Freya apenas le miró, ignorándolo deliberadamente como si fuera una sombra que atravesaba la habitación.
—Tío Edwin, ¿la conoces? —Vivien no pudo ocultar su confusión y frunció el ceño mientras hablaba—. ¿Quién es exactamente esta mujer?
—Más que conocerla —respondió Edwin con una leve sonrisa—. Yo fui quien facilitó su… aventura con el Sr. Shaw. No había oído toda la historia de lo que había sucedido en el hotel después de marcharse, pero estaba seguro de una cosa: una mujer como Freya no escaparía a la atención de Kristian. Al fin y al cabo, los hombres eran débiles ante semejante encanto.
Vivien parpadeó, procesando las palabras. —¿El señor Shaw?
«Te lo explicaré todo más tarde», dijo Edwin, sin querer entrar en detalles. «Ve tú, yo te alcanzo cuando tenga un momento».
«¡No! ¡Tienes que darle una lección hoy mismo!», espetó Vivien, enfadándose cada vez más. «Ella fue quien habló mal de mí al Sr. Briggs, y por eso me echó».
Edwin arqueó una ceja, con una mirada divertida en los ojos. Se volvió hacia Freya, con voz cargada de sarcasmo. «Parece que tienes un don para involucrarte con los hombres: primero el Sr. Shaw, luego el Sr. Briggs».
Vivien miró a ambos, tratando de entender lo que pasaba, aunque todavía estaba confundida. «¿A qué te refieres?».
La sonrisa de Edwin se amplió. «Ella tuvo una relación íntima con el Sr. Shaw. Ahora que él ha perdido interés, ella ha pasado a Hugh Briggs. Debe de haberlo convencido para que te despidiera».
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