Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 320
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Capítulo 320:
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Alan la soltó y le dio un golpecito en la frente en tono juguetón. «¡Qué traviesa!».
Freya se frotó el lugar donde él la había tocado, fingiendo estar dolida.
Aunque habían pasado dos años, para los adultos el tiempo pasa con una rapidez asombrosa: dos años habían desaparecido como si fueran unos instantes.
Intercambiaron cálidas noticias sobre sus vidas durante varios
minutos, recuperando poco a poco su familiar complicidad.
Al final, la expresión de Alan cambió al recordar algo. —Por cierto, ¿no me preguntaste algo cuando entraste?
—¿Hay algún ejecutivo con el apellido Garza trabajando en la empresa?
—¿Garza? —Alan frunció el ceño, concentrado—. No creo.
—¿De verdad? —La confusión se reflejó en el rostro de Freya. ¿Quizás Vivien había adoptado el apellido de su madre?
—De verdad —asintió Alan, con preocupación en los ojos—. ¿Por qué lo preguntas?
—No es nada importante. Estoy a punto de despedir a alguien. No te meterías en esa decisión, ¿verdad? —Freya arqueó una ceja en tono burlón.
—Siempre sigo tu ejemplo. ¿Acaso crees que me interpondría en tu camino? Alan le dio otro golpecito en la frente, en un gesto cariñoso.
A pesar de su edad, ella seguía siendo esa niña inteligente a sus ojos. Reconfortada por su apoyo, Freya prometió volver más tarde y se marchó a esperar en la sala de conferencias.
Después de que ella se marchara, Alan se quedó pensando en el ejecutivo apellidado Garza.
De repente, lo reconoció.
¡Oh, no! ¿Podría Mina haberse encontrado con esa persona?
La posibilidad aceleró los latidos de su corazón. La relación de Freya con su padre ya era tensa, y si ella descubría este asunto en particular, ¿no crearía una división irreparable?
Mientras Alan contemplaba la situación, sus pensamientos se agitaron. Consideró intervenir, pero temía encontrarse con Freya mientras estaba alterada. Su temperamento, cuando se la provocaba, podía ser formidable.
Al final, decidió no tomar medidas inmediatas. Era mejor observar desde la distancia y dejar que Hugh se enfrentara a la confrontación inicial.
Mientras tanto, Freya esperaba pacientemente en la sala de reuniones.
Al acercarse el mediodía, se produjo un alboroto fuera de la puerta, seguido de la dramática voz de Vivien. —Papá, la persona que quiere despedirme está dentro. Ha pedido expresamente que vengas.
Hugh se quedó paralizado por un momento.
¿Lo había llamado papá?
Frunció el ceño, dudó brevemente, pero mantuvo el silencio.
En muchos sentidos, había actuado como una figura paterna para Vivien.
Por lo general, evitaba involucrarse en esos asuntos. Durante toda su infancia, ni Freya ni Ethel habían necesitado su intervención: Freya siempre había protegido a su hermana menor.
Esta era la primera vez que le pedía algo así, y le pareció inusual.
A pesar de sus sentimientos encontrados, Hugh conservó la actitud autoritaria propia del presidente de la empresa. Decidió acercarse a quienquiera que le esperara dentro con diplomacia y mesura.
Vivien carecía de experiencia profesional y su madre deseaba que se desarrollara, lo que explicaba su incorporación al departamento de planificación.
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