Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 32
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 32:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Trent, conocido por sus maniobras estratégicas, no rechazaría una oferta tan rotunda a menos que su relación con Freya significara realmente algo para él.
Felipe, que no era de los que se rendían fácilmente y aún resentido por el desaire anterior de Kristian, hizo otra oferta, con un tono teñido de picardía. «¿Qué tal esto? —propuso con un brillo pícaro en los ojos—. Tenemos la sala privada de al lado. Cuando termines aquí, ¿podríamos reunirnos todos para charlar?».
Esta vez, Trent dudó. En lugar de rechazar la oferta directamente, se volvió hacia Freya, buscando su opinión con una mirada silenciosa e inquisitiva.
Trent quería aceptar, pero las palabras se le atragantaron en la garganta.
Freya no quería que él se viera envuelto en su divorcio, pero, como amigo suyo, no podía quedarse de brazos cruzados mientras ella sufría un trato injusto.
Además, su padre le había encomendado una misión: asegurarse de que Kristian supiera que Freya no estaba sola.
Por primera vez, Freya malinterpretó la mirada de Trent, sospechando que había algún tipo de alianza tácita con Felipe. —Por mí está bien.
—De acuerdo —aceptó Trent, dejando pasar el momento sin dar explicaciones. Los ojos de Felipe brillaron con diversión. Tras intercambiar unas palabras, se alejó con paso firme.
La puerta se cerró con un clic. Freya se volvió hacia Trent, con voz firme. —Compórtate como siempre. No cambies por mí.
—De acuerdo —respondió Trent sin añadir nada más. Cuando se enfrentara a Kristian más tarde, no sería necesario mostrarse cortés y comedido.
Felipe regresó muy animado. Apoyado en la puerta de la sala privada, sonrió con aire burlón a Kristian. —Se han negado a compartir mesa, no querían que les arruináramos su agradable almuerzo.«
La mirada de Kristian se ensombreció. Su mano se detuvo a medio camino de su bolsillo.
«Pero han quedado en verse más tarde», añadió Felipe. «Deberías haber visto a Trent, obediente como un novio devoto. Cualquiera diría que están juntos».
«Haz que te revisen la vista», replicó Kristian con frialdad. «Y ya que estás, contrata a un tutor para que te enseñe vocabulario, que el tuyo es patético».
Felipe parpadeó, perdido. Dio un codazo a Zander. —¿Qué quiere decir con eso?
—Simplemente odia tus comentarios —respondió Zander con una sonrisa amable, casi apologética.
Felipe apretó los dientes. Kristian siempre sabía dónde golpear. Esto no había terminado.
Treinta minutos más tarde.
Felipe envió a Kristian y Zander al club de arriba, haciendo de escolta de Freya y Trent. El club, un refugio tenuemente iluminado de bebidas y conversaciones en voz baja, era el lugar donde se daba cita la gente después de cenar en el restaurante.
¿Y el restaurante? Era todo de Felipe.
«Te presento a mis amigos: Kristian Shaw y Zander Loftus». La sonrisa de Felipe se amplió cuando la mirada de Kristian se fijó en Freya.
«Este es Trent Seymour, de Alerith… y su amigo».
Intercambiaron cumplidos, fríos y breves. Las miradas de Kristian y Freya se cruzaron, en un choque de furia silenciosa.
«Kristian», bromeó Felipe, «eres un hombre casado. ¿Mirando así a la «amiga» del Sr. Seymour? No está bien».
—La «amiga» a la que te refieres es mi esposa —respondió Kristian con tono cortante.
.
.
.