Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 316
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Capítulo 316:
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Melvin recordaba vívidamente cómo Gerard se lamentaba innumerables veces del pésimo liderazgo de Kristian. En su opinión, si alguien fracasaba tan estrepitosamente como superior, seguramente también fracasaría como marido. No era de extrañar que Freya hubiera roto su matrimonio con Kristian.
¡Qué alivio!
—¿Qué se esconde detrás de esa expresión inquisitiva? —preguntó Freya, leyendo el rostro de su asistente con facilidad.
—Deberías concentrarte en dirigir la empresa sin problemas a partir de ahora —le aconsejó Melvin con seriedad, en un tono inesperadamente formal y carente de humor—. No te aventures en el matrimonio otra vez.
—Entendido —respondió Freya con indiferencia.
Durante todo el trayecto, Freya descansó en el asiento trasero mientras Melvin planificaba mentalmente la agenda del día.
Treinta minutos más tarde, llegaron a la sede de Anita International Group.
Freya había bautizado la empresa en honor a su madre. A pesar de llevar solo cuatro años en funcionamiento, el negocio había prosperado de forma notable.
—¡Dios mío! ¿Es la Sra. Briggs?
—¿Y Melvin Swain?
—¿Estoy alucinando? ¿De verdad nos honra con su presencia?
—La perseverancia da sus frutos. Melvin ha estado contando los días para este momento y, por fin, ha vuelto.
Las exclamaciones estallaron entre los empleados en cuanto los dos cruzaron la puerta.
Freya y Melvin tomaron el ascensor ejecutivo. Reflexionando sobre las reacciones, Freya lo miró de reojo. —¿Qué has estado haciendo exactamente estos dos últimos años? Parece como si los hubiera abandonado en el mar.
—Simplemente echaban mucho de menos tu presencia —respondió Melvin, manteniendo una expresión impasible.
Freya le lanzó una mirada dubitativa.
Le costaba aceptar esa explicación.
Al salir del ascensor, Melvin la acompañó a su oficina. Al descubrir que estaba impecable y exactamente igual que dos años antes, Freya dudó en el umbral.
Se maravilló de la atención de Melvin y sintió una oleada de agradecimiento.
«Estos documentos requieren tu firma. Los he revisado minuciosamente y todo parece estar en orden», explicó Melvin, entregándole una pila perfectamente organizada.
«Fírmelos primero y yo prepararé la aromaterapia en la sala de descanso».
«No será necesario». Freya lo detuvo con un gesto amable.
Melvin se quedó paralizado.
Freya aclaró: «He estado prácticamente inactiva durante dos años y la calidad de mi sueño ha mejorado considerablemente. Ya no necesito la aromaterapia».
Al oír esto, Melvin sintió que le quitaban un peso de encima.
Le sirvió a Freya una taza de café humeante y le sugirió que firmara los documentos y se retirara al salón mientras él se ocupaba del resto de asuntos.
Pero Freya no conseguía relajarse. Justo cuando terminaba el último documento, su teléfono vibró con una llamada de Hugh.
Mantuvo su característico desinterés y mostró un entusiasmo mínimo por prolongar la conversación. —¿Qué pasa?
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