Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 315
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Capítulo 315:
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«Te lo dije, pero no me hiciste caso», respondió Freya con sorprendente indiferencia.
Kristian se quedó sin palabras. ¿Quién iba a creer semejantes afirmaciones en ese contexto concreto?
«¿Dónde estás ahora?».
«En Alerith», admitió Freya sin dudar.
Kristian sintió que la ira amenazaba con estallar.
Por supuesto que sabía que estaba en Alerith.
Tras respirar profundamente varias veces, intentó dirigirse a ella con compostura forzada: «Tenemos que hablar. Dame tu dirección».
«Para reunirse con mi jefa es necesario concertar una cita, señor», intervino Melvin a través del altavoz del teléfono, con un tono seco y profesional. «Está ocupada y no puede recibir a personas de menor importancia».
Kristian se quedó sin palabras.
Freya carraspeó delicadamente antes de preguntar: —Melvin, ¿sabes quién llama?
—No lo sé, pero independientemente de su identidad, cualquier persona considerada insignificante debe concertar una cita para verla —respondió Melvin con sincera convicción.
Freya no pudo reprimir una risita.
Melvin siempre conseguía irritar a los demás con su seriedad inquebrantable.
La conversación llegó a oídos de Kristian, y oír a Freya hablar alegremente con otro hombre despertó en él un destello de celos. ¿Cómo se atrevía ese hombre a referirse a él como «personas de menor importancia»?
—Sr. Shaw, ya conoce la postura de mi asistente, ¿verdad? —Freya se recostó cómodamente en el asiento de su coche, mostrando una indiferencia casual—. Si tiene algo que discutir, concierte una cita como es debido. Tengo obligaciones urgentes, así que voy a terminar la llamada.
Con esa declaración, Freya cortó la comunicación y puso inmediatamente el teléfono en modo silencioso.
Justo cuando terminaba de hacerlo, apareció un mensaje en la pantalla. «Quítame de tu lista de bloqueados».
Freya descartó la notificación con un solo gesto, ignorando por completo su contenido, y dejó el teléfono a un lado antes de cerrar los ojos para reanudar su descanso.
—Señorita Briggs —se atrevió a decir Melvin.
Freya respondió con un suave murmullo, sin abrir los ojos.
—Si no he entendido mal, ¿acaba de referirse a él como señor Shaw? —Melvin había detectado con agudeza ese detalle significativo.
—¿Sí? ¿Qué pasa? —preguntó Freya, con tono ligero, como si la conversación fuera solo una brisa que pasaba.
—No ha vuelto al trabajo en dos años y ha seguido ampliando mi permiso. ¿Es porque se ha casado con él? —Melvin reflexionó sobre la reciente llamada telefónica y la cascada de acontecimientos que se habían desencadenado últimamente.
Freya lo reconoció sin dudarlo. —Sí.
Melvin planteó una última pregunta, con voz firme. —¿Se llama Kristian Shaw?
Freya arqueó las cejas, sorprendida por su inesperado conocimiento. —Sí.
Freya no se daba cuenta de que su dedicado asistente ya había incluido a Kristian en la lista negra de su ámbito profesional.
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