Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 30
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Capítulo 30:
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La mera mención del nombre de Trent bastó para avivar las llamas del enfado de Kristian. Este espetó, mirando a Felipe con ira: «¿No tienes nada mejor que hacer que desenterrar chismes?».
«No», replicó Felipe, ampliando su sonrisa, disfrutando claramente de la tensión creciente.
Los tres habían sido inseparables desde niños, lo que explicaba por qué Felipe y Zander podían soportar con tanta facilidad los arrebatos de Kristian.
Kristian, sintiéndose atrapado en un torbellino de emociones, fijó la mirada en Zander. La indiferencia de su amigo le dolió, despertando recuerdos de un fragmento de un reality show que él y Freya habían visto una vez. Fue suficiente para reavivar su ira.
—¿De verdad crees que no eres un imbécil? —espetó Kristian, con voz cargada de sarcasmo—. ¡Debe de ser estupendo tomarse la vida con calma!
Zander, tomado por sorpresa, frunció el ceño, confundido. ¿Qué había hecho para merecer eso?
Felipe rodeó a Zander con un brazo y se rió con un brillo diabólico en los ojos. —Oh, no malgastemos saliva en un cornudo.
Kristian, que nunca se andaba con rodeos, sobre todo con ellos, replicó: —Ocúpate de tus propios problemas, Felipe. Al menos Freya no está esperando un hijo de otro.
Esa pullita le tocó la fibra sensible. La sonrisa pícara de Felipe se congeló en una máscara de incomodidad.
Zander, aún desconcertado, cambió de postura. Preguntó en voz baja: «¿De qué va todo esto?».
«¿No fuiste tú quien convocó esta reunión?», intervino Felipe, con un tono ahora teñido de amargura. «Pues suéltalo».
Kristian, momentáneamente distraído de Freya, suspiró profundamente. —Mira, necesito un favor. Vigila a Ashley por mí, ¿quieres?
El aire se volvió denso con el peso de las deudas tácitas, ya que ambos hombres sabían lo poco habitual que era que Kristian le pidiera un favor a alguien. Sin embargo, la conversación dio un giro brusco cuando uno de ellos expresó la pregunta que todos tenían en mente.
—¿Ha vuelto Ashley?
Kristian respondió con un tono tranquilo, casi distante: «Sí».
«¿Te vas a divorciar de Freya por ella?», preguntó Zander, con voz cargada de incredulidad y preocupación.
«Sí», admitió Kristian, con tono plano pero resuelto.
Aprovechando el momento, Felipe intervino con tono mordaz: «¿Has olvidado cómo te dejó antes, destrozándote?».
La expresión de Kristian se suavizó ligeramente mientras explicaba: «Resultó ser un malentendido. Ella lo aclaró todo hace seis meses».
Continuó, compartiendo más de lo que solía hacer. «Freya me ha pedido que no vea a Ashley hasta que todo esté finalizado con el divorcio, así que necesito que vosotros dos la vigiléis durante este tiempo».
Zander, recordando sus encuentros con Freya, notó su comportamiento amable. «¿No se enfadó por eso?».
Tras reflexionar un momento, Kristian respondió: «No, la verdad es que no».
Felipe se burló, con evidente cinismo. «Sinceramente, actúa como si no significaras nada para ella. Parece más que se casó por tu dinero, no por ti».
—No es así —replicó Kristian rápidamente, con un tono protector en la voz.
—Ya lo verás cuando empiece a pedir su parte durante el divorcio —replicó Felipe con una sonrisa burlona y palabras afiladas—. La gente suele ponerse máscaras de dignidad e integridad, pero ¿quién sabe realmente lo que hay debajo? Las personas pueden ser extraordinariamente codiciosas.
Kristian frunció aún más el ceño, y una resistencia palpable se instaló en los pliegues de su frente mientras procesaba las palabras de Felipe.
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