Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 291
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Capítulo 291:
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«Si aún te importa algo de lo que te hice, entonces mátame», dijo Ashley, con las emociones a flor de piel. «O haz que alguien me destruya, que me deje inválida. Haz lo que creas conveniente».
Freya se quedó desconcertada ante unas palabras tan extremas. Frunció el ceño, pensativa. No era normal que alguien hablara tan imprudentemente de su propia vida.
Ashley parecía indiferente a su propia seguridad o sufrimiento, pero estaba desesperada por evitar que Freya contactara con la policía o con su familia.
—Ven conmigo —dijo Freya.
Finalmente, decidió no agravar la situación y salió de la fábrica abandonada.
Siguió las indicaciones que Ashley le había dado anteriormente y localizó el coche.
Unos treinta minutos más tarde, Freya estaba al volante con Ashley a su lado, ambas en silencio.
Freya sacó la mano por la ventanilla y esperó a que Ashley se acomodara antes de volver a hablar. —Dime, ¿quién te ha metido en esto y quién te obliga? Si no me lo dices, tendré que dejar que la policía se ocupe de lo ocurrido hoy.
Freya estaba dispuesta a darle una oportunidad a Ashley, ya que veía que aún le quedaba algo de sentido moral.
Sin embargo, si Ashley demostraba no merecer la redención, no volvería a molestarse en ayudarla. Al fin y al cabo, las oportunidades solo se presentaban una vez.
—Si te lo digo, ¿podrías matarme? —murmuró Ashley, con aire derrotado.
Freya respondió con indiferencia: «Yo cumplo la ley. No cometo delitos. Tu destino lo decides tú».
«Suicidarme sería demasiado obvio para él. Si se entera, matará a mi familia», reveló Ashley. Apretó los puños para liberar parte de la tensión acumulada.
Freya captó la indirecta de inmediato. «¿Él?», preguntó con una mirada cómplice.
Ashley dudó, dándose cuenta de que se le había escapado algo.
Hizo una pausa, sopesando cuidadosamente sus siguientes palabras. La misión ya se había derrumbado como un castillo de naipes. Tanto si la capturaban como si lograba escapar, inevitablemente caería en las garras de ese hombre. La decisión de hablar o guardar silencio parecía irrelevante.
«Si te lo digo, ¿me prometes que protegerás a mi familia?», preguntó Ashley, con voz tranquila pero firme.
«Son gente corriente y no se merecen esto».
«Habla primero», respondió Freya, sin estar aún dispuesta a hacer ninguna promesa. Ashley no sabía muy bien por qué, pero escuchar esa sencilla respuesta alivió el nudo que tenía en el pecho.
Miró a Freya y dijo: «Pregunta lo que quieras. Hay tanto que podría decirte que no sé por dónde empezar».
—¿Esa persona te ordenó que me secuestraras? —preguntó Freya.
—Sí —respondió Ashley.
—¿Por qué?
Ashley confesó, con una voz apenas audible: —Quería que grabara un vídeo comprometedor de ti, algo que pudiera utilizar para obligarte a hacer lo que él quisiera.
Freya no dijo mucho más, con la mirada fija. Continuó: «¿Qué quiere que haga?».
«Quiere que te mantengas cerca de Kristian, que sigas sus órdenes siempre que te las dé», dijo Ashley, sintiendo cómo un peso se le quitaba lentamente de los hombros. «Mi regreso también formaba parte de su plan».
—¿Quiere que te cases con Kristian? —preguntó Freya, atando cabos.
—Sí.
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