Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 284
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Capítulo 284:
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En ese momento, Gerard pensó que no tenía nada que perder. «Entonces, ¿debí haberlo visto o no?».
«Si se puede arreglar, no importa quién lo vea. Si no se puede, el resultado no cambiará», dijo Kristian con voz profunda y tranquila.
Gerard respiró hondo una vez más. Su jefe era realmente especial. «¿Pensando mal de mí?», preguntó Kristian sin levantar la vista.
«En absoluto. Solo reflexionaba». Gerard esbozó una sonrisa cortés.
Kristian no dijo nada más.
Ambos volvieron a centrar su atención en la pantalla. Debajo del cuadro de búsqueda aparecían varias sugerencias.
«Desaparece durante un tiempo. Vuelve cuando se calmen las cosas».
«Hazte daño y quédate en el hospital. Nadie te llevará a los tribunales».
«Haz un viaje de negocios largo».
«Invéntate una excusa: la boda de tu hermana, el cumpleaños de tu padre, lo que sea».
«Di que has perdido los documentos necesarios. Es sencillo».
«Finge que estás embarazada».
Después de echar un vistazo a las sugerencias, Gerard soltó una pequeña tos. «Vale, quitando la última, el resto tienen sentido».
«Ninguna funciona», dijo Kristian con desdén. No buscaba consejos reales, solo algo que le diera una idea.
Gerard estaba perdiendo la cabeza. ¿No eran suficientes?
«Pero, en serio, no se me ocurre nada más. ¿Por qué no quemar la casa? Eso lo resolvería todo», dijo Gerard.
Kristian lo miró fijamente, como si no pudiera creer lo que acababa de oír. «¿Para qué te sirve ese cerebro?». ¿Era eso una sugerencia real?
Gerard se quedó en silencio.
«Si no se te ocurre nada, ve a cobrar tu sueldo mañana», dijo Kristian sin mostrar emoción alguna.
Gerard entró en pánico. Ese sueldo era su salvavidas. «Podría coger tus documentos y estrellar un coche por el camino. Estoy dispuesto a arriesgarlo todo por ti y por el futuro de la Sra. Briggs».
«Vete», espetó Kristian, harto.
Gerard estaba desesperado. Era una idea terrible.
—¿Y si no lo haces? Para divorciarse se necesita el consentimiento de ambas partes, ¿no? —preguntó Gerard, cansado de pensar en tonterías. Si las cosas se alargaban, quizá Freya se echara atrás.
Los ojos de Kristian se oscurecieron. Por fin habló. —Es ella quien lo quiere. Sabía que si se negaba, el divorcio no se llevaría a cabo. Pero también sabía que Freya desaparecería de Jeucwell para siempre.
Una vez que una pareja llevaba años separada, la ley permitía el divorcio por diferencias irreconciliables. Y con Trent de su lado, tendría a los mejores abogados de la ciudad.
Eso sería el fin, sin vuelta atrás.
Gerard dijo sin rodeos, esperando provocar alguna reacción: «Entonces adelante. No la quieres. Solo es comodidad y rutina. Los sentimientos se desvanecen tarde o temprano. Encontrarás a otra persona: dulce, tranquila, más adecuada para ti».
Con ese rostro y ese dinero, Kristian no estaría soltero mucho tiempo. Incluso Gerard tenía que admitirlo: su jefe era injustamente guapo.
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