Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 28
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Capítulo 28:
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«Eso es asunto mío», respondió ella con tono tranquilo.
Pasó un momento antes de que él dijera: «Sigo siendo tu marido».
Freya se limitó a mirarlo.
En ese momento, vestido solo con una camisa blanca impoluta con las mangas remangadas, parecía más elegante de lo habitual.
Al menos, su aspecto era innegablemente llamativo.
Kristian se dio cuenta de cómo lo miraba y siguió adelante. «Hasta que se finalice nuestro divorcio, tengo derecho a saber con quién estás en contacto».
Ella soltó una risa burlona. «Está claro que no conoces bien la ley». Retirando la mano, añadió: «Ni siquiera como mi marido tienes ese derecho sin mi consentimiento».
—Freya. —Su voz se volvió más fría.
Sabía perfectamente quién era Trent. No se movían en los mismos círculos, pero Kristian era muy consciente de que Trent era despiadado y peligroso. Si Freya se acercaba demasiado a él, podría no darse cuenta del fuego con el que estaba jugando.
—Dame tu teléfono —exigió Kristian.
—No
—¿Tengo que quitártelo yo mismo? —Su mirada se volvió más penetrante.
Freya cruzó los brazos. —Podría estar dispuesta a dártelo, si me dejas ver el tuyo también.
Kristian apenas dudó. Lo único que le interesaba era confirmar si se trataba de Trent. —De acuerdo.
—Revisaré tu historial de mensajes con Ashley —dijo ella, con expresión impenetrable.
Él apretó la mandíbula. Tras un breve silencio, respondió: «No».
«Entonces tú tampoco verás el mío», dijo ella sin perder el ritmo.
Se instaló un pesado silencio entre ellos. Kristian la miró fijamente, como buscando algo, algún atisbo de vacilación, algún destello de incertidumbre.
Pero Freya se mantuvo firme.
Al final, él recuperó el teléfono con voz inexpresiva. «Da igual».
Se despidieron con mal sabor de boca.
Freya no perdió el sueño por ello. Simplemente cerró la puerta y se fue a la cama.
Al día siguiente, apenas intercambiaron palabras. Al mediodía, Kristian se marchó tras una llamada telefónica y Freya salió para reunirse con Trent en un restaurante.
Cuando llegó, él ya estaba allí.
Kristian y Trent no podían ser más diferentes. Mientras Kristian era distante y frío, Trent lucía una sonrisa perpetua y educada, de esas que hacen imposible saber lo que realmente piensa. Enfadado, divertido, indiferente… siempre la misma expresión impasible.
Pero con Freya era diferente.
«¿Por qué has llegado tan pronto?», preguntó ella al entrar en la sala privada, relajando los hombros en su presencia. «Creía que habíamos quedado a las doce y media».
«¿Me preguntas por qué?», preguntó Trent con una leve sonrisa, su rostro atractivo y refinado enmarcado por unas elegantes gafas. Vestido con un traje informal gris, desprendía un aire de gentileza y accesibilidad.
Mientras tanto, en el pasillo, Kristian caminaba junto a dos hombres, uno con un aire travieso y perezoso, el otro que irradiaba gentileza, ambos sorprendentemente guapos.
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