Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 279
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 279:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Freya lo sorprendió mirándola y frunció ligeramente el ceño. «¿Por qué me miras así?».
«Has cambiado», observó Kristian, notando la dramática transformación que había experimentado en el último mes, con un tono deliberadamente distante.
Freya permaneció en silencio.
No queriendo perder más tiempo, volvió a dirigir la conversación hacia su propósito. —¿Qué es exactamente lo que quieres de mí?
—No nos vamos a divorciar —declaró Kristian sin vacilar, convencido de la rectitud de su afirmación.
Freya creyó que sus oídos la engañaban. —¿Perdón?
—Lo mío con Ashley fue solo un malentendido. Lo he hablado con ella y no vamos a seguir adelante con nuestra relación —explicó Kristian, sin apartar la mirada de ella—. Por lo tanto, no hay motivo para que rompamos nuestro matrimonio.
El silencio volvió a envolver la habitación mientras Freya asimilaba su audacia. Se preguntaba sinceramente qué le había dado el valor para pronunciar unas palabras tan absurdas.
Al notar su prolongado silencio e interpretar su expresión despectiva, Kristian se atrevió a preguntar: «¿De verdad quieres el divorcio?».
«¿Por qué no?», replicó Freya.
«¿Debería pasar el resto de mis días con alguien tan infiel como tú?». Kristian se quedó sin palabras.
«Tu situación sentimental es asunto tuyo», continuó Freya sin vacilar. Su único deseo era salir de aquella situación.
«Desde el momento en que descubrí, hace medio año, que solo me veías como un sustituto de ella, decidí poner fin a nuestro matrimonio».
Si él no se hubiera opuesto entonces, habrían tomado caminos separados hacía mucho tiempo.
Aunque apreciaba su atractivo físico, esa admiración no se traducía en una tolerancia infinita. No estaba desesperada por su afecto.
«Nunca fuiste un sustituto», insistió Kristian, sintiéndose obligado a aclarar este punto.
Freya respondió con un desdeñoso «Vale».
«Al principio, me atrajo tu espíritu independiente», explicó Kristian. «Coincidíamos en muchas cosas y creí que serías una buena pareja para mí». Su valoración había resultado acertada. Durante el primer año y medio que estuvieron juntos, vivieron sin enfrentamientos, abordando todos los retos mediante conversaciones reflexivas. Su convivencia había irradiado auténtica calidez.
«¿Aceptable?», la palabra encendió algo dentro de Freya. «¿Así es como me veías?».
«Sí», afirmó Kristian con calma. «Confiabas plenamente en mí, nunca me bombardeabas con llamadas cuando el trabajo me retrasaba a casa. Y lo más importante, me tratabas con una amabilidad extraordinaria». Sus palabras desataron una tormenta de emociones dentro de Freya.
Mirando al hombre sentado frente a ella, le hizo una pregunta directa. «Entonces, ¿por qué correspondiste a mi amabilidad?».
«Me mostraste amabilidad, así que, naturalmente, te la devolví», respondió Kristian, como si estuviera afirmando una verdad obvia. «Además, dado que estamos casados, cuidar de ti cumplía con mi obligación marital».
«¿Nada más?», insistió Freya.
«Nada más».
Su sincera confesión atravesó las defensas que Freya había construido con tanto cuidado. Su corazón, que por fin había encontrado la tranquilidad tras tanta agitación, volvió a doler con renovada intensidad.
Siempre había creído que, a pesar de considerarla la sombra de Ashley, Kristian debía de haberla apreciado sinceramente como persona durante su matrimonio.
Ahora, esta revelación la golpeó profundamente: su cariño provenía simplemente de la obligación, de corresponder a su amabilidad, no de ningún manantial de afecto.
.
.
.