Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 275
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Capítulo 275:
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—He estado investigando lo que me dijiste la última vez —dijo Kristian, cruzando el umbral. Su tono era gélido, distante. «Tenías razón, pasaste más de un mes en ese hospital».
Al confirmarlo, Ashley sintió una oleada de alivio que calmó sus nervios crispados.
Cerró la puerta detrás de ella y se acercó, con voz teñida de incertidumbre. «Si mi presencia como alguien al borde de la muerte te incomoda, puedo irme».
—¿Alguien al borde de la muerte? —repitió Kristian, bajando la voz hasta convertirla en un susurro.
—¿No te lo había dicho? Me quedan pocos meses de vida —dijo Ashley, evitando su mirada, con los ojos nublados por la tristeza.
«Si mi estado es una carga demasiado pesada para ti, estoy dispuesta a irme de Jeucwell y pasar mis últimos días en tranquilidad».
«¿De verdad?», respondió Kristian, con tono frío y distante.
Su indiferencia fue como una puñalada en el corazón de Ashley. Rápidamente percibió la tensión subyacente.
Notó que su mirada era fría y desdeñosa, como si la tratara a una simple conocida.
La gélida realidad la golpeó con fuerza, impulsándola a descartar esas inquietantes dudas. ¡Era impensable!
El amor de Kristian por ella era innegable; ¿cómo podían sus ojos traicionarle tal desinterés?
—Sí —tartamudeó, con la voz temblorosa mientras la confusión se apoderaba de ella—. ¿Qué pasa?
—Entonces quizá puedas aclarar por qué, supuestamente confinado en una sala de hospital, Gerard descubrió que en realidad estabas en otro lugar en ese momento. —La intensa mirada de Kristian la atravesó—. ¿Quién organizó los registros falsos del hospital para ti?
Una oleada de conmoción recorrió la mente de Ashley.
Su cuerpo se tensó y su rostro luchó por ocultar su confusión. —¿Qué estás insinuando? No te entiendo.
—¿Es confusión o estás demasiado asustada para admitir la verdad? —El tono de Kristian era sereno, pero cargado de una fuerza imponente.
La tensión hizo que las manos de Ashley, antes relajadas a los lados, temblaran ligeramente. Cada sutil espasmo, por leve que fuera, no escapaba a los observadores ojos de Kristian.
—¿Crees que soy culpable de algo? —insistió Ashley, con la voz temblorosa mientras luchaba por contener el miedo.
«Me desconciertan tus acusaciones. Si dudas de que tuviera cáncer de estómago, puedo mostrarte las cicatrices de la operación».
Kristian, acariciando distraídamente su teléfono con la mano derecha y con la izquierda despreocupadamente a un lado, tocó la pantalla varias veces y respondió sin emoción: «No hace falta que te desnudes. Organizaré un examen médico inmediatamente. Entonces veremos si realmente te operaron».
«¿No me crees?», Ashley sintió que se le encogía el corazón. Estaba acorralada, pero sabía que tenía que negarlo todo hasta el final. Decir la verdad en voz alta sellaría su destino.
Kristian levantó la vista con mirada penetrante. «¿Puedo confiar en ti?». Atormentado por sus experiencias pasadas, había depositado su confianza en ella, sin darse cuenta de que estaba haciendo daño a Freya.
Sin embargo, las recientes revelaciones de la investigación habían destrozado esa confianza, demostrando que la persona en la que siempre había creído le había estado engañando todo este tiempo.
Esto le dejó con una pregunta inquietante: si ella no era de fiar, ¿en quién más podía confiar?
«¿Cómo puedes estar tan seguro de que Gerard no te está engañando a ti también?», jugó Ashley su última carta, con los ojos llenos de lágrimas y la voz temblorosa.
«¿Y si Freya lo ha sobornado?».
Una sombra de irritación cruzó el rostro de Kristian, que frunció el ceño. Siempre era Freya.
«Ya te lo he dicho: no todas las acusaciones deben recaer sobre ella», respondió Kristian con voz baja y controlada, mirando a Ashley como si fuera alguien a quien ya no reconocía. «¿Qué te ha traído de vuelta, Ashley? ¿Qué es lo que realmente buscas?».
Con una mirada compleja, Ashley se detuvo en la puerta y se volvió hacia él. —Kristian, puedes ser muy cruel —comentó, con un tono frío y definitivo.
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