Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 274
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Capítulo 274:
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Tenía que enfrentarse a Ashley, cara a cara.
«¿No quieres hablar? Está bien, lo adivinaré. ¿Es por el divorcio? ¿Te sientes indeciso ahora que se está haciendo realidad?
Al oír esas palabras, la mano de Kristian se quedó paralizada sobre el ratón.
La palabra «divorcio» se le clavó en el pecho como una piedra. Le invadieron pensamientos sobre Freya: su sonrisa, su fuerza tranquila, sus altibajos, cada discusión, cada momento compartido.
—Parece que tenía razón —dijo Felipe, observándolo atentamente. Se levantó y se acercó al escritorio.
Pero Kristian ya había apagado el ordenador, cogido el teléfono y el abrigo, y se dirigía hacia la puerta.
Necesitaba enfrentarse a Ashley y llegar al fondo del asunto.
Felipe intentó detenerlo, pero Kristian no le dio espacio. Tuvo que correr tras él. —¡Oye! ¡Era solo una broma! ¿De verdad estás tan enfadado?
Kristian se detuvo, con la mirada impenetrable.
—Tu mujer ayudó a la mía a marcharse de la ciudad y yo no te lo eché en cara. ¿Por qué me tratas así? Solo es Freya. Podrás encontrar a otra después del divorcio.
—No me extraña que Farrah te dejara —dijo Kristian con voz tranquila y sin emoción—. Dada tu inteligencia, quizá te vaya mejor en tu próxima vida.
La expresión de Felipe se ensombreció, y una mezcla de dolor y confusión se apoderó de sus rasgos.
Imperturbable, Kristian insistió: —¿Cuándo he dicho que estuviera molesto?
—Tu asistente lo afirmó —replicó Felipe, con un deje de duda en la voz—. ¿Es posible que mintiera? Tú…
La atención de Kristian ya se había desviado, sus pensamientos se habían ido a otra parte.
De repente, tuvo una revelación.
Los recuerdos le inundaron: el accidente de coche en el que se vio involucrada Ashley, los incesantes rumores en Internet, los tratos secretos de Freya con Trent. Se dio cuenta de que su comprensión de estos acontecimientos siempre había sido de segunda mano.
Y las historias no coincidían en absoluto con lo que Freya le había contado.
Felipe notó el cambio en el comportamiento de Kristian. Mientras este permanecía allí de pie, con una expresión de dolor en el rostro, Felipe le hizo un gesto con la mano delante de los ojos. —¿En serio? ¿Solo unas palabras y te has alterado tanto?
Kristian permaneció en silencio, con la mandíbula apretada, y salió de la oficina con paso decidido.
Tenía que afrontar la verdad: Felipe había dado en el clavo.
A pesar de todo, parecía ser él quien se había convertido en otra persona. Freya seguía siendo completamente ella misma, sin cambios y sincera.
—¡Eh! —gritó Felipe, persiguiendo a Kristian, pero este ya se había metido en el ascensor y estaba bajando.
Gerard, sintiendo que algo no iba bien, dejó el montón de papeles que tenía en las manos y se acercó con cautela: —Señor Yates, ¿le pasa algo al señor Shaw?
—Hoy ha perdido la cabeza —respondió Felipe, con voz confusa y frustración a flor de piel.
Dicho esto, se marchó enfadado, indiferente a lo que Gerard o los demás pudieran pensar o sentir.
Gerard se quedó allí, atónito, al igual que el resto del personal de la secretaría.
Todos seguían esperando la firma esencial de Kristian.
Convencido de que Kristian no estaba en condiciones de trabajar, Gerard perdió la esperanza de obtener su cooperación ese día. Mientras tanto, Kristian se había ido en coche a ver a Ashley.
Cuando llegó, encontró a Ashley todavía envuelta en la comodidad de su siesta vespertina.
Sus ojos se abrieron de par en par al verlo. —¿Kristian? ¿Qué haces aquí tan de repente?
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