Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 270
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 270:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Kristian se sumió en un silencio contemplativo.
«¿No te preocupa que Freya te guarde rencor para siempre?», le desafió Felipe.
Kristian respondió con frialdad: «No siento nada por ella».
Felipe se burló.
Kristian pareció desconcertado por esta reacción.
«¿Quieres apostar?», preguntó Felipe con una mirada penetrante que denotaba un desafío inequívoco.
Kristian respondió con frialdad: «Ni lo más mínimo».
«¿Es desinterés genuino o simple cobardía?», preguntó Felipe, exponiendo la vulnerabilidad de su amigo con la precisión que solo los compañeros íntimos poseen. «Albergas sentimientos, pero te niegas a reconocerlos. Nunca he conocido a nadie más dividido internamente que tú».
La expresión de Kristian se endureció. —Ya lo he dicho claramente: no me importa.
—Por supuesto que no, es natural —respondió Felipe con desdén—. Sin embargo, te pusiste nervioso cuando ella entró en el coche de Trent y estabas visiblemente tenso durante tu encuentro con él. ¿Cuándo vas a ser sincero contigo mismo, Kristian? Felipe insistió: «Si fuera verdadera indiferencia, sus acciones no te afectarían en absoluto. Piensa en cuántas veces te has enfadado o has discutido desde que iniciaste los trámites del divorcio».
Las observaciones de Felipe atravesaron la fachada cuidadosamente construida por Kristian como flechas lanzadas con precisión.
Si Felipe tenía que soportar una tormenta emocional, no iba a permitir que Kristian saliera ileso.
—Estás pensando demasiado —respondió Kristian con tono firme, pero apretando ligeramente la mano—. Tenemos algunas discusiones porque ella ha estado actuando de forma diferente últimamente y ha ido demasiado lejos.
—¿Ah, sí? —Felipe soltó una risa burlona. Tenía una expresión significativa en el rostro mientras chasqueaba la lengua.
A Kristian le irritó esa reacción—. ¿No me crees?
—Pero, ¿quién ha cambiado realmente? —Felipe levantó una ceja, con la intención de agitar las cosas—. Puede que no conozca bien a la antigua ella, pero te conozco mejor que nadie.
—Tengo que irme —Kristian ya había tenido suficiente conversación.
—Kristian —le llamó Felipe.
Kristian seguía sosteniendo el teléfono, mirando a Felipe con indiferencia, como si nada pudiera captar su atención.
—Freya es la única que ha influido realmente en tus sentimientos desde que eras niño —señaló Felipe, decidido a hacerle pensar más en ello esa noche—. No discutirías así con nadie más, ni siquiera con Ashley.
Kristian sabía exactamente cómo tocarle la fibra sensible, y Felipe era igual de hábil en ello.
Los comentarios de Felipe causaron revuelo en Kristian, pero no mostró ninguna reacción. Guardó el teléfono en el bolsillo con suavidad y le tendió la mano izquierda a Felipe.
Felipe, desconcertado, frunció el ceño y preguntó: «¿Para qué?».
«Las llaves del coche». La voz de Kristian era tranquila, sin mostrar ningún signo de que las palabras de Felipe le hubieran afectado. «Freya tiene mi coche, así que necesito usar el tuyo».
«¿Y yo en qué voy?», preguntó Felipe.
«Yo te llevaré adonde tengas que ir».
Felipe estaba demasiado desconcertado para decir nada, con la mente llena de confusión. ¿Estaba Kristian perdiendo los nervios por toda esta tensión?
Kristian, sin ganas de entretenerse, le arrebató las llaves a Felipe, manteniendo su habitual actitud distante. «Si vienes, súbete al coche».
Felipe estuvo tentado de negarse, pero dada la hora, decidió no molestar a su asistente.
.
.
.