Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 251
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 251:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Al oír su orden, los guardaespaldas entraron en acción y rodearon a Freya.
«¡Esperad!». La palabra atravesó la tensión como un cuchillo. La voz de Farrah resonó justo a tiempo, deteniendo a todos en seco. Todos los ojos se volvieron hacia ella mientras los guardaespaldas se quedaban paralizados, inmóviles.
Mirando atentamente a través de un estrecho hueco entre dos guardias, los ojos de Farrah se fijaron en Felipe, que se mantenía distante e imponente a cierta distancia. «¿Por qué estás tan empeñado en deshacerte de mi hijo? Si no puedes soportarlo, ¿por qué no te divorcias de mí?».
La expresión de Felipe se endureció, sus labios se apretaron en una línea rígida y su mirada se volvió gélida, ocultando una tormenta de emociones.
—Tu cuerpo es demasiado frágil para soportar un embarazo —espetó, con la voz tensa pero controlada, revelando su preocupación sin querer agravar la brecha entre ellos—. He hablado con los médicos. Seguir adelante con este embarazo podría costarte la vida.
Freya jadeó, y su corazón dio un vuelco al volverse hacia Farrah.
Una risa hueca y burlona escapó de los labios de Farrah, como si acabara de oír la cosa más absurda que se pudiera imaginar. —¿Por qué no me dices la verdad?
—¿Dudas de mis palabras? —replicó Felipe, entrecerrando los ojos y con un tono peligroso en la voz.
La voz de Farrah se quebró por la incredulidad, con los ojos afilados y desafiantes. —Como madre, ¿no debería conocer el estado de mi propio hijo? Mi asistente me acompañó a todas las revisiones del embarazo. El médico siempre me tranquilizó, seguro de que el bebé gozaba de perfecta salud.
Si hubiera habido algún riesgo, el médico se lo habría comunicado inmediatamente.
¿En serio? ¿Cómo podía ser posible una situación tan grave?
—¡Deténganlos! —gritó Felipe, con una voz atronadora llena de hostilidad creciente.
A su orden, los guardaespaldas entraron en acción. Dos de ellos se abalanzaron sobre Freya, mientras que los demás se dirigieron directamente hacia Farrah, con intenciones claras: planeaban inmovilizarla por la fuerza y llevarla a la mesa de operaciones ese mismo día. Pero habían subestimado enormemente a Freya.
Freya, que siempre había preferido su agilidad a la fuerza bruta, se movió con la velocidad del rayo. Su pie se disparó por los aires y conectó con el pecho de un guardaespaldas con una patada poderosa y brutal.
Farrah se quedó paralizada, con los ojos muy abiertos al ser testigo del dominio inquebrantable de Freya. Su tristeza inicial se transformó rápidamente en pura admiración.
Al ver a Freya en acción, se preguntó: ¿era esta feroz guerrera realmente la misma mujer que había conocido durante años?
Freya era implacable. Agarró la muñeca de otro guardaespaldas que se atrevió a acercarse a Farrah y la retorció con fuerza. El repugnante crujido de los huesos llenó el aire, seguido del grito de angustia del hombre.
Con un movimiento fluido y experto, lanzó otra patada feroz, catapultando al guardaespaldas directamente contra Felipe.
El enfrentamiento terminó en menos de un minuto, dejando a Farrah y a los espectadores paralizados por la conmoción.
Freya se plantó frente a Farrah como una feroz guardiana, clavando en Felipe una mirada cada vez más dura. —¿En serio? ¿Atacar a una mujer embarazada? ¿Hasta dónde eres capaz de caer?
—Señor Yates… esa mujer es una bestia. No tenemos ninguna posibilidad contra ella.
—La forma en que lucha… es casi tan temible como la del señor Shaw.
—¿Seguimos adelante?
Los guardaespaldas intercambiaron miradas inquietas, con la ansiedad a flor de piel. En silencio, suplicaron a Felipe que cancelara el asalto, deseando escapar de ese embarazoso enfrentamiento.
La furia de Felipe era palpable, su voz retumbaba en todo el espacio. —Si no podéis con una mujer, ¿para qué me servís? —La idea de que Freya se llevara a Farrah le atormentaba.
.
.
.