Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 25
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 25:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
«Mi amiga me ha invitado a un viaje y he oído que hay algunos chicos muy guapos…», bromeó Melinda, con voz alegre y provocadora, y un brillo juguetón en los ojos.
«¿Qué tal si lo continuamos en la habitación?», respondió Isaac, con voz suave pero firme. Le apretó la mano con delicadeza, con los ojos llenos de calidez y afecto. «Allí podremos hablar tranquilamente».
El elegante coche se deslizó hacia las opulentas Regalia Villas.
Isaac y Melinda se sentaron cómodamente en el asiento trasero, envueltos en el lujoso interior del coche.
Kristian miró a Freya por vigésimo tercera vez, cada mirada fugaz cargada de preguntas sin respuesta.
«Si tienes algo que decir, dilo». Freya rompió el silencio, su paciencia agotándose bajo el peso de su mirada persistente.
«Vamos, dímelo, ¿estudiaste medicina o no? —La voz de Kristian estaba teñida de curiosidad genuina y un toque de confusión. Se dio cuenta de que aún había facetas de la vida de ella que aún no había descubierto.
—No —respondió Freya secamente, recostándose en su asiento con un suspiro, mientras su mirada se perdía en el paisaje que pasaba. —Solo leí algunos libros por interés.
Kristian entrecerró ligeramente los ojos y una sombra de duda se dibujó en su rostro. No podía quitarse de la cabeza la sensación de que ella le ocultaba algo.
—Cuando volvamos, revisaremos los papeles del divorcio, tal y como sugirió mi madre —declaró Kristian, con tono agradecido pero firme. Apreciaba que Freya hubiera acompañado a su familia a pesar de las circunstancias—. Hagamos las cosas justas. Lo mío era tuyo, ¿recuerdas?
—No es necesario —replicó Freya con calma, rechazando la oferta con un gesto de la mano—. Estoy bien con cómo estaban las cosas antes.
Kristian la miró fijamente, entrecerrando ligeramente los ojos. ¿No se estaba contradiciendo? En un momento parecía aferrarse al dinero como si fuera su salvavidas y, al siguiente, lo descartaba como si fuera polvo.
—Te diré cuáles son mis bienes después del matrimonio —ofreció Freya, con voz renuente tras una larga pausa—. Lo dividiremos todo a medias.
En su interior, la sola idea de que Kristian utilizara la fortuna que ella había ganado con tanto esfuerzo para mantener a alguien como Ashley le hacía hervir la sangre.
Sin embargo, dadas las importantes concesiones que él estaba haciendo, se sintió obligada a corresponder de alguna manera.
—No es necesario —respondió Kristian con brusquedad, cortando la tensión con su voz—. Puedo ganar esa cantidad de dinero en un minuto.
Su desdén dejó a Freya momentáneamente estupefacta. Era totalmente ajeno a su enorme fortuna.
Más tarde, esa misma noche, de vuelta en su tranquila y tenuemente iluminada oficina, Freya sacó los papeles del divorcio que habían redactado anteriormente. Revisó meticulosamente la división de bienes, reflejando su última conversación.
Kristian había dejado claro que no quería su dinero, y ella no estaba dispuesta a obligarle a aceptarlo.
A las once, el acuerdo de divorcio revisado estaba sobre la mesa.
Freya empujó los papeles hacia Kristian, con movimientos tranquilos y precisos.
—Te toca firmar —dijo con firmeza, mirándolo fijamente a los ojos—. Mañana presentaremos la demanda de divorcio.
.
.
.