Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 234
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Capítulo 234:
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Esta vez no contactó con nadie. Condujo directamente al bar más cercano.
En ese momento, ansiaba alcohol para adormecer su angustia. Temía enfrentarse de nuevo a Freya, temía perder el control, temía causarle daño sin querer.
Freya ya había sufrido bastante con el encuentro. Miró fijamente la puerta, que aún vibraba, sintiendo como si su corazón, que hasta hacía poco estaba en paz, se hubiera hecho añicos de repente.
Sus pensamientos resonaban con la decidida partida de Kristian y sus palabras de despedida.
Le oprimía el pecho de dolor.
Si Trent no hubiera llamado en ese momento, podría haber sucumbido a emociones que creía haber abandonado hacía mucho tiempo.
En cuanto se conectó la llamada, Trent detectó la angustia en su voz.
—¿Qué ha pasado, Mina?
—Kristian no confía en mí —murmuró Freya, bajando la mirada y apoyando la cabeza con una mano.
Trent reflexionó brevemente antes de preguntar: —¿Cómo le has dado exactamente tu explicación?
Freya le contó meticulosamente su conversación, sin omitir ningún detalle.
—Hablaré con él más tarde —le aseguró Trent, consciente del impacto emocional que esto había tenido en Freya—. Tu enfoque probablemente le pareció una confesión espontánea, lo que le dio la impresión de que estabas inventando excusas.
—¿Por qué repites su punto de vista? —preguntó Freya, perpleja. Ella solo había querido explicarlo todo de forma exhaustiva, evitando discusiones insignificantes sobre detalles.
Trent sonrió con amabilidad y ayudó a aclarar la situación.
—Tu carácter suele ignorar las acusaciones sobre acciones que no has cometido. Solo te defiendes cuando te empujan más allá de tu tolerancia. Después de dos años juntos, él debería entender este aspecto fundamental de ti.
Esa simple observación provocó profundas ondas en el corazón de Freya.
De hecho, rara vez ofrecía explicaciones preventivas.
—No te preocupes. Yo me encargaré de la conversación con él —le aseguró Trent, sabiendo exactamente cómo abordar a Kristian.
Freya asintió con un suave sonido y terminó la llamada, dejando que el teléfono se le resbalara de la mano y cayera sobre la mesa. Se derrumbó en el sofá, con los pensamientos dando vueltas caóticamente en su cabeza.
Había esperado que su confusión se disipara gradualmente, pero, en cambio, su mente seguía repitiendo las duras palabras de Kristian y la fría silueta de su espalda alejándose.
Después de otros diez minutos, sus emociones tumultuosas se negaban a calmarse.
Finalmente, se levantó y se aventuró a salir, parando un taxi que se dirigía al centro de la ciudad. Al buscar el dinero para pagar, descubrió que había perdido el teléfono.
No le dio importancia, sacó la cartera y pagó la carrera antes de entrar en una discoteca.
En el interior, luces caleidoscópicas rompían la oscuridad. Freya se sentó en un sitio cualquiera y pidió dos bebidas.
No era alguien que solía buscar consuelo en el alcohol, ni se permitiría emborracharse.
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