Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 225
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Capítulo 225:
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«Y tú», dijo el jefe del equipo mirando a Harry con ira. «¿No te dije que lo sujetaras bien? ¿Por qué lo soltaste?».
Harry permaneció en silencio, sin saber cómo responder. De hecho, había agarrado con fuerza, pero la fuerza de Freya había sido superior a la suya.
—¿Valoras mucho a tu hija? —preguntó Freya de repente a Tim, que seguía sentado en el suelo.
—¿A dónde quieres llegar? —Tim se puso serio y su voz se tornó cautelosa.
—Si amenazas a mi hija, la defenderé por todos los medios necesarios.
—Dado que tu hija es tan importante para ti, ¿has pensado que perseguir el incidente de hoy podría dar lugar a tu detención por daños intencionados? —preguntó Freya con sutil indiferencia.
Todos se quedaron paralizados, confundidos.
—Un antecedente policial afectaría al futuro de tu hija —continuó Freya, apuntando a su punto débil.
—Podría sufrir discriminación por parte de sus compañeros de clase y quedar descalificada para puestos en la administración pública o en la banca debido a los controles de antecedentes.
—¿Habla en serio? —La ansiedad de Tim lo llevó a hablar en su dialecto regional.
—¿Esto realmente afectará a mi hija?
—Si duda de mi afirmación, compruébelo en Internet —explicó Freya con paciencia. Creía que un padre que se preocupaba de verdad por su hija no podía ser completamente malicioso, tal vez solo luchaba por mantenerla.
La preocupación de Tim se intensificó de inmediato, lo que llevó a los demás a buscar sus teléfonos y buscar confirmación.
Tras revisar los resultados, intercambiaron miradas preocupadas, sin saber qué hacer a continuación.
«Revela quién te contrató, explica su objetivo y revela el paradero del propietario de ese teléfono. Te absolveré de toda responsabilidad», ofreció Freya, mirando el teléfono de Trent sobre la mesa, dispuesta a negociar pacíficamente.
«Bueno…», el jefe del equipo dudó visiblemente.
«No es que no queramos compartir la información, sino que no podemos permitirnos pagar la penalización por incumplimiento del contrato».
La suma ascendía a cinco millones de dólares. Ni siquiera vendiendo sus casas podrían reunir el dinero suficiente.
Freya preguntó directamente:
«¿Cuánto?».
«Cinco… cinco millones», admitió el líder del equipo, revelando la información, ya que no estaba protegida por la confidencialidad.
«Nos prometieron 500 000 dólares al finalizar, con una penalización diez veces mayor por filtración de información».
«Te daré seis millones», afirmó Freya con naturalidad.
«Un millón para que lo reparta tu grupo y cinco millones para cubrir la penalización».
Los guardaespaldas se quedaron sin habla, atónitos.
Inmediatamente olvidaron la confrontación anterior.
Ahora, un solo pensamiento dominaba sus mentes: si algo andaba mal con la joven que tenían delante.
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