Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 221
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Capítulo 221:
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Al salir del edificio, Kristian se deslizó en su coche con un suspiro. Mientras se acomodaba en el asiento del conductor, sacó su teléfono y marcó el número de Gerard. Necesitaba que Gerard investigara lo que Ashley estaba ocultando.
Tenía sus dudas, siempre las tenía sobre las personas que le habían engañado en el pasado. La confianza no se reconstruía fácilmente.
Al otro lado, Gerard, que ya estaba hasta arriba con las investigaciones sobre Charlie, arqueó las cejas al recibir la nueva misión. No podía evitar pensar que su duro trabajo merecía una mejor paga.
—¿En serio? ¿Ahora vamos a investigar los asuntos de la señorita Bradley? ¿No era ella de quien estaba enamorado Kristian? ¿No estaba Kristian dispuesto a dejar a su mujer solo para estar con esa mujer? ¿Qué hay que investigar?
—Deja de charlar y sigue mis órdenes —le espetó Kristian con voz gélida, a juego con el aire nocturno que se colaba por las ventanillas del coche.
—Empieza por comprobar cuándo fue hospitalizada y luego averigua dónde estuvo realmente durante esos días.
Incluso con los registros hospitalarios que probaban su ingreso, no serviría de nada si su paradero no coincidía.
Una persona normal no se encontraría atada a una cama de hospital sin una buena razón.
Gerard soltó un profundo suspiro y respondió:
—Entendido.
Aceptar era su única opción: Kristian era quien le pagaba el sueldo.
Al terminar la llamada, Kristian dejó el teléfono junto a una pila de documentos en el asiento del copiloto, con la mente llena de traiciones recientes y preguntas sin respuesta.
Las emociones lo sacudían como una marea implacable.
Consideró enviar un mensaje al chat grupal para convocar una reunión con sus amigos, pero con Zander fuera con un equipo de filmación, solo quedaba uno más. Marcó el número de Felipe, quien contestó en medio del tintineo de vasos y las risas ahogadas de un bar animado.
—¿Ahora? —La voz de Felipe atravesó el ruido de fondo, teñida de sorpresa.
—Sí —respondió Kristian, sin calor en la voz.
La voz de Felipe transmitía una suave calidez.
—No puedo ir. Norah acaba de llegar y todavía estoy con ella. ¿Por qué no vienes tú?
Unirse a la reunión de otra persona no era el estilo de Kristian.
Sin embargo, hoy había sido un día lleno de altibajos y Kristian sentía una necesidad imperiosa de escapar de los límites de su rutina. Decidido, consiguió la dirección y no perdió ni un segundo antes de ponerse en camino.
Mientras tanto, Freya acababa de apagar el ordenador, dando por terminado otro agotador día de trabajo, cuando su teléfono vibró con un nuevo mensaje. Era de Trent.
«Mina, te necesito. Habitación 520, Hotel Imperial. Por favor, ven».
Desconcertada, respondió rápidamente:
«¿Qué pasa?».
El silencio que siguió a los mensajes sin leer de Trent le hizo sentir un nudo de preocupación en el estómago. Sin tiempo que perder, cogió el teléfono y llamó al primer taxi que encontró, con la ansiedad acechándola a cada segundo.
El trayecto en taxi se le hizo interminable, duró más de una hora.
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