Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 217
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Capítulo 217:
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«Si lo has hecho», afirmó con tono tranquilo,
«le debo mi agradecimiento a ese hombre por cuidar de ti durante mi ausencia».
«No», respondió Ashley, con el corazón latiendo como un tren descontrolado. Su voz se redujo a un murmullo y su expresión se ensombreció como una nube que pasa por delante del sol.
«Desde que rompimos, he estado sola. Con mi enfermedad acechándome, no podía ni pensar en aceptar el afecto de otra persona».
Sabía el impacto que sus palabras tendrían en él, probablemente despertando en él una potente mezcla de culpa y arrepentimiento.
Esa era su estrategia: si él se sentía lo suficientemente arrepentido, tal vez podría pasar por alto sus transgresiones anteriores.
Sin inmutarse, Kristian desbloqueó su teléfono, abrió un mensaje con fotos adjuntas y deslizó el dispositivo hacia ella por la mesa.
—Entonces explícame esto. ¿Quién es? —exigió, mirándola fijamente.
Al principio, la confusión se reflejó en su rostro, pero cuando vio las fotos, su tez se tornó pálida como la de un fantasma.
El teléfono se le resbaló de las manos temblorosas y cayó con estrépito sobre la mesa.
Su expresión era un retrato del pánico y la incertidumbre, con los labios entreabiertos como para hablar, pero sin pronunciar palabra.
La confusión y el miedo se mezclaban en sus ojos desorbitados y desesperados. ¿Cómo demonios había podido pasar? ¿Cómo habían llegado esas fotos al teléfono de Kristian?
La voz de Kristian, fría y serena, rompió el tenso silencio.
«¿Cuál es exactamente tu relación con él?
Le dio un momento para que se aclarara, con un gesto que sugería que estaba dispuesto a escuchar, si su explicación era lo suficientemente convincente.
Ashley tartamudeó, mordiéndose nerviosamente el labio inferior, con los pensamientos enredados. Con un suspiro tembloroso, dijo:
«No lo conozco».
La mirada de Kristian se volvió fría y sus palabras distantes la oprimieron como un peso.
—¿Ah, sí?
—Kristian, por favor, tienes que creerme —suplicó Ashley, mientras su mente buscaba a toda velocidad una excusa creíble. No podía permitirse titubear ni dar lugar a ninguna duda.
—De verdad que no lo conozco. Tiene que haber sido Freya quien manipuló esas fotos. Está intentando separarnos.
En ese instante, decidió echarle la culpa a Freya.
Dado el creciente desdén de Kristian hacia Freya, sumado a los engaños pasados de esta, Ashley apostó por este cambio de rumbo.
—Debe de haber sido un plan suyo —insistió con renovada determinación.
—Ashley —la llamó Kristian, con una voz que ahora era una mezcla de advertencia y formalidad, mientras colocaba los documentos incriminatorios sobre la mesa.
«Sabes que no tolero las mentiras ni el engaño».
Ashley sintió que su corazón se hundía en las profundidades de la desesperación.
Había jugado con la idea de ser sincera, pero las circunstancias la habían acorralado.
Si no se casaba con Kristian, volvería a caer en su propia pesadilla.
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