Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 214
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Capítulo 214:
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«Todos los detalles del tratamiento médico de Ashley en el extranjero: los médicos, el personal de apoyo, todos los que participaron en su cirugía».
«Por supuesto», respondió Gerard, con rapidez y decisión.
Cuando se dio la vuelta para marcharse, un pensamiento repentino lo detuvo en seco. Kristian se aflojó la corbata y sus rasgos angulosos se suavizaron con la luz ambiental de la habitación.
«¿Alguna pregunta?», preguntó con indiferencia.
Gerard dudó, con una mezcla de curiosidad y cautela en la voz.
—Está buscando el historial médico de la señorita Bradley para confirmar su diagnóstico de cáncer de estómago, ¿verdad?
Sin dudarlo ni un instante, Kristian lo confirmó:
—Sí.
—Hay una forma muy sencilla de confirmarlo —comentó Gerard.
—¿Y cuál sería? —insistió Kristian, intrigado.
Gerard se acercó con pasos mesurados, ajustándose las gafas con los dedos mientras mantenía la compostura.
—Ya sea con técnicas tradicionales o mínimamente invasivas, cualquier intervención quirúrgica dejaría cicatrices en el abdomen. Estas cicatrices podrían desaparecer con el tiempo, pero nunca desaparecen por completo —explicó con tono suave y seguro.
En términos más sencillos, si Kristian realmente quería una confirmación, podría buscar cicatrices reveladoras en el abdomen de Ashley.
Kristian frunció el ceño, ya que la sugerencia le había hecho pensar en cuestiones morales. La idea de invadir la privacidad de Ashley le parecía intrínsecamente incorrecta.
—Tú planeas casarte con ella, ¿no? Buscar una cicatriz no debería ser demasiado intrusivo —soltó Gerard, con voz ligeramente persuasiva, como si pudiera leer la confusión que se estaba gestando en la mente de Kristian.
—Solo échale un vistazo.
Kristian rechazó su sugerencia con un gesto sutil.
Gerard asintió brevemente y se marchó, con un destello de comprensión en la mirada al darse la vuelta.
Se llevó consigo la certeza de que el corazón de Kristian siempre había pertenecido a Freya, aunque él mismo confundiera sus persistentes sentimientos de rechazo con amor.
Gerard pensó que, tras la inevitable ruptura entre Kristian y Freya, podría encontrarse más ocupado que nunca, y tal vez tendría que trasladar su oficina principal a la sucursal de Alerith.
Gerard apenas se entretuvo en la empresa. Tras delegar rápidamente algunas tareas al equipo de secretaría, salió por la puerta.
Se suponía que los fines de semana eran para descansar, pero para Gerard, el domingo era un día más en su implacable agenda.
Kristian, por su parte, se instaló en su escritorio poco después de la marcha de Gerard.
La oficina estaba más tranquila de lo habitual, un suave murmullo de silencio llenaba el espacio que normalmente bullía de actividad. Al igual que Gerard, Kristian encontraba pocas diferencias entre los días laborables y los fines de semana.
Su concentración era inquebrantable mientras revisaba los documentos, y la persistente vibración de su teléfono era una simple molestia de fondo hasta que llegó a un punto en el que tuvo que detenerse.
Con una mirada indiferente, finalmente prestó atención al insistente dispositivo.
En cuanto vio el mensaje, un escalofrío le recorrió el cuerpo.
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