Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 197
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Capítulo 197:
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Freya dudó un momento.
Charlie, su querido peluche hecho a medida, diseñado para satisfacer su necesidad infantil de abrazar algo por la noche, era mucho más inocente de lo que Kristian podía imaginar. Sin embargo, no estaba dispuesta a revelarlo.
—¿Es por el silencio? ¿Te cuesta tanto decírmelo? —La voz de Kristian era aguda, teñida de una ira que no había sentido en mucho tiempo.
Freya se enderezó, con la espalda apoyada en la fría superficie de la mesa y la mirada fija en la de él, sin pestañear. —No hay nada difícil en ello —respondió con indiferencia—. Charlie es mi compañero para irme a dormir.
En cuanto las palabras salieron de sus labios, Kristian apretó la mandíbula y sus finos labios se cerraron con más fuerza aún.
¿Una compañera para irse a la cama? Solo pensarlo le provocó una furia difícil de contener.
La voz de Kristian estaba teñida de una furia apenas contenida mientras hablaba, y sus palabras eran afiladas como picos de hielo. —Nunca imaginé que tu vida fuera tan vibrante antes de conocerme. Quizás debería invitar a tu compañero a compartir nuestra cama, ¿para ver cómo se siente?
Freya retrocedió, con el corazón latiendo a mil por hora.
Desde las sombras, Liam emergió, su presencia tan silenciosa como un susurro.
—¿Qué pasa, Kristian? ¿No puedes soportar la idea?». La acusación flotaba pesadamente en el aire, haciendo que Kristian se retorciera bajo la penetrante mirada de Freya.
«Kristian… ¿cuándo empezaste a tener preferencias tan extrañas?». Liam sintió que la tensión aumentaba e intervino con una ligera tos. «Si te interesan los hombres, quizá sería más apropiado buscar un novio. No hay necesidad de aferrarte al ex de Freya».
La ira de Kristian estalló, y su actitud se volvió más fría que nunca. —Si no quieres que te echen de Jeucwell, vuelve a tu habitación.
Liam captó la indirecta, cerró la boca de golpe, retrocedió y cerró la puerta en silencio, resistiendo el impulso de quedarse.
Imperturbable, Kristian se volvió hacia Freya, con expresión indescifrable. —Entonces, ¿me dejarás acostarme con Charlie? —preguntó con total naturalidad.
Las mejillas de Freya se sonrojaron y un rubor se extendió por su piel.
¿Cómo podía proponerle algo así con tanta calma, con ese rostro devastadoramente atractivo que parecía esculpido por manos divinas?
Para cualquiera que los observara, parecería que le estaba hablando de algo importante.
Kristian frunció el ceño al percibir el destello de incomodidad en el rostro de Freya. Su enfado se transformó en una ira feroz, casi abrumadora. —¿No puedes soportar separarte de tu preciado compañero? —espetó, con voz cargada de sarcasmo.
—Charlie no es adecuado para ti —respondió Freya, en un susurro apenas audible. La imagen de un hombre alto y musculoso abrazando un peluche para dormir le parecía ridícula.
Kristian, hirviendo de rabia, sintió una punzada en el corazón. ¿De verdad creía ella que quería dormir con Charlie por las noches?
No, lo que le intrigaba era quién podía haber captado tan completamente la atención de ella.
Si alguna vez descubría quién se atrevía a invadir lo que él consideraba suyo, lo expulsaría de Jeucwell y Alerith, asegurándose de que nunca volviera a cruzarse en el camino de Freya.
—¿Cuánto tiempo llevas acostándote con él? —La voz de Kristian estaba teñida de una mezcla de celos e incredulidad. A pesar de sí mismo, la idea de que Freya volviera a los brazos de otro tras su inminente divorcio lo oprimía como una tonelada de ladrillos.
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