Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 196
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 196:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
«¿Quieres un poco de agua?».
«Sí», respondió Freya, con un susurro.
Aunque Kristian no entendió bien sus palabras, leyó la necesidad en sus ojos.
Se levantó, llenó un vaso con agua y se lo ofreció cuando ella se acercó. «Toma», le sugirió en voz baja.
«Gracias», murmuró Freya, aceptando el vaso que le ofrecían.
Kristian la observó atentamente mientras se bebía el contenido de un solo trago, una clara indicación de que tenía la garganta seca. Cuando ella volvió a dejar el vaso vacío sobre la mesa con un suave tintineo, él le preguntó con tono preocupado: «¿Quieres más?».
—No, gracias —respondió ella con voz firme, apartando ya la mirada de él.
Lo último que quería era quedarse en el salón con él.
Aunque no había estado completamente borracha la noche anterior, los recuerdos de la velada seguían intactos en su mente. Cada palabra y cada gesto se reproducían en su mente como un montaje vergonzoso.
«¿Quieres sentarte a charlar?», sugirió Kristian, con voz esperanzada pero vacilante. No podía apartar la mirada, sus pensamientos giraban en torno a su primer amor y a alguien llamado Charlie.
Freya dudó, con expresión indescifrable. Tras un momento de tensión, respondió con su habitual calma distante: «No hay nada de qué hablar».
Kristian no estaba de acuerdo, con un brillo juguetón pero decidido en los ojos, le ofreció un vaso de agua, bloqueándole el paso. «Oh, creo que hay mucho de qué hablar», insistió, con un tono de curiosidad en la voz. «Para empezar, ¿quién fue tu primer amor?».
La respuesta de Freya fue un silencio medido, con los labios apretados.
Sin desanimarse, Kristian siguió insistiendo. «¿Sentías algo por él o fue solo algo pasajero?».
«¿De verdad te importa?», replicó Freya con dureza, lanzándole un desafío. Después de haber pasado tanto tiempo con Kristian, sabía cómo sacarlo de quicio y dejarlo sin palabras.
Esta vez, su respuesta fue rápida, entrecerrando los ojos mientras se inclinaba hacia ella. Bajó la voz hasta convertirla en un susurro. —Me interesa de verdad la persona que ha ocupado tus pensamientos todos estos años.
—Ya veo —respondió Freya, con tono neutro, pero con la mente a mil por hora.
Kristian frunció el ceño, confundido. ¿Eso era todo?
Ignorando su perplejidad, Freya se recostó contra la mesa, la suave luz capturando sus ojos y acentuando sus rasgos llamativos. Pronunció las siguientes palabras lentamente, cada sílaba rebosante de ironía. «Era alguien muy parecido a ti».
La expresión de Kristian pasó de la confusión a la conmoción.
Ella continuó, con una leve sonrisa en los labios: «Un completo cabrón».
El color se borró del rostro de Kristian al darse cuenta de la profundidad del insulto.
Su enfado era palpable, y apretó la mandíbula con frustración.
La voz de Freya era ligera, casi burlona. «Si realmente sientes tanta curiosidad por él, mírate bien en el espejo», sugirió con una leve sonrisa. «Tú y él podríais ser gemelos, al menos en lo que se refiere a romper corazones».
La mirada de Kristian se oscureció, una tormenta se gestaba en sus ojos y el aire a su alrededor pareció enfriarse.
Justo cuando Freya pensó que iba a estallar de ira, él logró mantener la compostura, aunque a duras penas, y preguntó con voz tensa: «¿Y quién es Charlie exactamente?».
.
.
.