Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 183
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Capítulo 183:
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Kristian acortó la distancia entre ellos, su presencia se cernía sobre ella. —¿No puedes conseguirlos tú? —suplicó, mirándola a los ojos.
«Es que no puedo», espetó Freya, con la mirada fija y sincera. «Mi ordenador ha desarrollado una especie de rencor hacia todo lo que tiene que ver con Ashley Bradley. Parece que cree que sus archivos son un virus y los borra automáticamente».
Kristian se quedó sin palabras por un momento.
Con un movimiento fluido, Freya cogió las llaves del coche de la mesa y se las lanzó. —Ahí está la puerta. Ten cuidado de que no te golpee al salir —bromeó, con un tono cortante en la voz.
Kristian atrapó las llaves en el aire, y una pizca de comprensión se dibujó en su rostro al suponer que ella seguía enfadada por lo ocurrido el día anterior.
—Fue culpa de Ashley ayer. Por favor, no te enfades.
Freya se detuvo, con un nuevo pensamiento cruzando su mente. —¿Y si no fue Liam quien me trajo a casa anoche, sino Trent? —preguntó abruptamente, con la curiosidad despertada—. ¿Seguirías estando de su parte?
Al terminar de hablar, una sombra pareció cernirse sobre el rostro de Kristian, cuya mirada se volvió cada vez más tormentosa.
Freya leyó el cambio en su actitud como un libro abierto. Insistió, con un tono de incredulidad en la voz. —Le creerías, ¿verdad?
—¿Por qué estarías con Trent? —La mera mención de ese nombre provocó una oleada de irritación en Kristian, una reacción visceral que le tensó la mandíbula.
Freya describió una escena informal. —Solo somos amigos que quedamos para cenar.
Sus dedos se cerraron con más fuerza alrededor de las llaves del coche, y los nudillos se le pusieron blancos.
Sin decir una palabra, se marchó furioso, dejando en el aire el peso de las preguntas sin respuesta.
Le atormentaba la posibilidad: si Ashley había insinuado que Freya estaba con Trent, la rabia lo habría consumido.
Aunque era consciente de que Freya nunca cruzaría la línea con Trent, la mera idea de su fácil relación y su camaradería tácita le provocaba oleadas de celos que lo abrumaban. Freya lo vio evadir su pregunta y su corazón se hundió en una calma indiferente.
Dándose la vuelta, subió las escaleras, concentrándose de nuevo en las tareas pendientes.
Más tarde, esa misma tarde, después de trabajar diligentemente en la pila de proyectos que Hugh había amontonado en su escritorio, Freya estaba pensando en tomarse un merecido descanso. En ese momento, su teléfono vibró: era una llamada de Liam.
«Hola, Freya, ¿quieres salir a divertirte un rato?». La voz de Liam, siempre relajada y acogedora, flotaba a través del altavoz. «He organizado una pequeña reunión con unos amigos. ¿Qué me dices?».
Freya lo rechazó con un tono rápido y desdeñoso. «No, gracias. Tengo muchas cosas que hacer aquí».
«Trent también estará allí», señaló Liam, con un tono cargado de insinuaciones.
Freya dudó, mordiéndose el labio mientras pensaba, y su respuesta quedó suspendida en un tenso silencio.
Liam, que no era de los que dejaban escapar una oportunidad, insistió con urgencia en su voz. «Mira, prepárate, ¿vale? Pasaré a recogerte en un rato. No hay excusas», declaró, cortando cualquier posible protesta al terminar la llamada abruptamente.
A su alrededor, los ocupantes de la villa observaban la escena con una mezcla de diversión e intriga. Uno de ellos no pudo evitar burlarse: «¿No tienes miedo…
¿De que Kristian te corte la cabeza por esta pequeña travesura?». Con un brillo travieso en los ojos, Liam se rió entre dientes. «Oh, no se atrevería. Es demasiado bondadoso para eso».
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