Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 179
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Capítulo 179:
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El reloj ya había pasado de las once y media de la noche.
El cansancio se apoderó de Freya y se quedó dormida en el asiento del copiloto. A pesar de la tensión entre ellos, ella confiaba profundamente en su capacidad para garantizar su seguridad.
Era una persona de costumbres, solía acostarse a las diez de la noche y, aunque se quedara despierta hasta tarde, nunca pasaba de las once. La hora inusual, combinada con las tensiones del día y el hecho de no haberse preparado para irse a la cama, fue demasiado para ella.
—Freya… —La voz de Kristian rompió el silencio mientras intentaba entablar conversación.
Tras varios intentos, se dio cuenta de que estaba profundamente dormida.
Redujo la velocidad del coche y miró a su esposa dormida. La visión suavizó su corazón atribulado y una ola de ternura lo invadió.
Por un instante, se preguntó si tal vez esa paz inquieta era suficiente.
Finalmente, el coche entró en un complejo de apartamentos alrededor de la una de la madrugada.
Kristian tenía la intención de despertarla con suavidad y acompañarla arriba. Susurró su nombre en voz baja, pero ella permaneció envuelta en el sueño. Decidido a cuidar de ella, aparcó el coche y, con cuidado, la levantó y la llevó hasta su apartamento, abrazándola con fuerza todo el tiempo.
Si hubiera sido cualquier otro día, Freya ya se habría despertado. Sin embargo, seguía profundamente dormida, con el cuerpo rendido por el cansancio. En la puerta, Kristian presionó el dedo inerte de Freya contra la cerradura y abrió.
La llevó hasta el segundo piso. Como no conocía la distribución, fue abriendo las puertas una a una hasta que, en la segunda habitación, vio las pertenencias personales de Freya esparcidas por todas partes.
Con movimientos suaves, le quitó los zapatos y la acostó en la cama. Justo cuando sus dedos alcanzaron el cuello de su camisa para ayudarla a cambiarse, ella abrió los ojos de golpe. Su mano se disparó y le agarró la muñeca con una fuerza sorprendente.
—Soy yo —murmuró Kristian, con un hilo de voz apenas audible. El reconocimiento brilló en los ojos de ella antes de que se cerraran de nuevo, y su conciencia volvió a sumirse en el reino de los sueños.
Kristian frunció el ceño al observar esta reacción. ¿Algo en su pasado la había condicionado a despertarse de forma tan defensiva?
Su respuesta parecía menos un despertar normal y más una comprobación instintiva de seguridad, un mecanismo de supervivencia que necesitaba confirmar que estaba a salvo antes de permitirle volver a sumirse en la vulnerabilidad.
Después de cambiar a Freya y ponerle ropa de dormir, Kristian se sentó junto a la cama y observó su silueta tranquila.
Se dio cuenta de que, a pesar de su conexión, sabía muy poco sobre su historia o las experiencias que la habían moldeado.
Su teléfono vibró contra su pierna, interrumpiendo sus pensamientos.
La pantalla mostraba un mensaje de Gerard: «¿Estás libre ahora?».
Kristian arropó a Freya con la manta antes de salir con el teléfono, con cuidado de no perturbar su descanso. Bajó al salón, encendió las luces e inició una llamada.
Gerard se animó al instante al conectarse. Su jefe todavía estaba despierto.
—Buenas noches, señor Shaw —dijo rápidamente, con un ligero tono de nerviosismo.
—¿Qué pasa? —La voz de Kristian seguía serena, sin delatar ninguna emoción.
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