Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 1774
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Capítulo 1774:
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Dejó de preocuparse tanto. Seguía trabajando como de costumbre, pero ahora le enviaba mensajes a Nina cada vez que tenía oportunidad, incluso en medio de un día ajetreado.
Pasó otra semana.
Era viernes y Nina había acompañado a Damian a la oficina.
Al verlos entrar cogidos de la mano, Aiken se frotó los ojos con incredulidad, como si no pudiera creer lo que estaba viendo.
Más tarde, durante un descanso de sus tareas rutinarias, Aiken llevó algunos documentos a la oficina de Damian.
Damian estaba concentrado en su ordenador, mientras Nina descansaba cómodamente en el sofá, viendo una película.
Ambos estaban haciendo lo suyo, pero permaneciendo cerca el uno del otro, compartiendo el espacio como si fuera lo más natural del mundo.
—Aiken —dijo Damian de repente, en tono bajo y con un tono de advertencia. Había pillado a Aiken mirando a Nina a escondidas y su descontento se reflejaba en su rostro.
Aiken parpadeó, sorprendido. —¿Sí, señor Bryant?
—Pero los documentos aún necesitan su firma.
—Vuelva después del trabajo a recogerlos —respondió Damian secamente.
Aiken echó una última mirada a Nina, asintió avergonzado y dejó los papeles antes de salir.
Pero en cuanto se marchó, sacó su teléfono y le envió un mensaje a Nina. —Tu relación con el señor Bryant parece… diferente ahora. Damian vio el mensaje.
Nina le había dejado su teléfono para que él se ocupara de los mensajes triviales mientras ella veía su película en paz.
«¿No tienes trabajo que hacer?», escribió Damian en respuesta.
Aiken miró la pantalla, confundido.
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Era imposible que Nina respondiera así.
Ella siempre era amable y dulce. Ese mensaje no parecía propio de ella.
¿Cómo era posible que de repente se hubiera vuelto igual que Damian?
¿Era porque pasaban mucho tiempo juntos?
«Solo por curiosidad», respondió Aiken. «El Sr. Bryant nunca antes te había cogido de la mano. Es la primera vez que lo veo. ¡Enhorabuena!».
Ese sencillo mensaje despertó algo en Damian.
Dejó el teclado y envió un mensaje de voz en su lugar. «¿Deberíamos lanzar fuegos artificiales para celebrarlo?».
Cuando el mensaje se envió, Aiken acababa de regresar a su oficina.
Mientras hojeaba una pila de documentos, reprodujo casualmente la nota de voz de Nina, pero se quedó paralizado en cuanto empezó a sonar.
Esa voz. Era Damian.
¿Qué demonios?
¿Por qué demonios tenía el teléfono de Nina la voz de Damian?
Aiken tragó saliva, atónito y ansioso, y luego envió apresuradamente otro mensaje. «Lo siento…».
Damian no volvió a responder.
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