Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 1695
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Capítulo 1695:
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«Abrázame», suplicó Nina con voz temblorosa. Levantó los brazos, con las mejillas mojadas y los ojos brillantes.
A Damian se le hizo un nudo en la garganta. Se resistió, manteniendo la voz firme. «Esto no está bien».
Nina se dejó caer al suelo en señal de protesta, derramando lágrimas sin control.
Damian nunca la había visto así antes. Cada sollozo le desgarraba el corazón.
«¿Es porque estás saliendo con otra persona?». Nina gimió, sorbiendo por la nariz para darle más efecto. «No te deja abrazarme, ¿verdad?».
Damian se quedó callado. ¿Se había creído lo que le había dicho? Qué chica tan ingenua.
«¡Olvídalo! Si tú no me abrazas, buscaré a alguien que lo haga», declaró Nina con voz temblorosa pero decidida. Las lágrimas aún se aferraban a sus pestañas cuando se levantó y se tambaleó hacia la puerta.
Cualquiera que la viera habría pensado que estaba realmente borracha, su actuación era perfecta.
Antes de que pudiera salir, Damian extendió la mano. Cerró la puerta de un golpe, con fuerza, y se oyó un ruido seco.
La atrapó contra la puerta, dejando aflorar los sentimientos que había ocultado durante tanto tiempo. Su mirada era intensa, teñida de posesividad. «Si haces eso, te arrepentirás».
«Tú tienes una novia a la que abrazar. ¿Por qué yo no puedo buscar a otra persona?», replicó Nina, con frustración y anhelo en los ojos.
El rostro de Nina parecía diferente, más suave de lo habitual, y Damian se dio cuenta de que había bebido demasiado y parecía ajena al mundo que la rodeaba. Sin pensarlo, las palabras que llevaba dentro salieron a borbotones. «¿Quién ha dicho que tengo novia?».
«Tú», respondió Nina, señalándolo con el dedo.
Los ojos de Damian se agudizaron. «¿Y tú me creíste solo porque lo dije?».
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Nina asintió levemente con la cabeza, con el rostro tan inocente como el de una niña.
«No tengo novia. Me lo inventé», dijo Damian, con voz firme pero amable, mientras la miraba a los ojos. «Vamos, te llevaré a la cama. Por la mañana te llevaré a casa».
Nina ladeó la cabeza. —¿Por qué mentiste sobre tener novia?
Damian ocultó sus sentimientos. —Por ninguna razón.
—Si no me lo dices, no voy a dormir —dijo Nina, haciendo un puchero. Su habitual audacia se desvaneció y se convirtió en algo más suave, casi frágil.
Damian apretó los labios en una delgada línea mientras su corazón se agitaba con emociones inexpresadas.
Los brillantes ojos de Nina se clavaron en los suyos. Sus miradas se mantuvieron fijas, inmóviles.
Los sentimientos que Damian había enterrado en lo más profundo de su ser estuvieron a punto de salir a la superficie. Luchó por controlarlos, preocupado por si la asustaba.
—¿No vas a dormir? —Su voz sonó áspera, como grava.
Nina asintió con una sonrisa juguetona—. Lo has adivinado. »
Damian soltó su brazo, metió la mano en el bolsillo y sacó su teléfono para hacer una llamada.
Nina frunció el ceño con curiosidad. No podía adivinar qué estaba tramando.
Momentos después, sus preguntas fueron respondidas.
«Kristian», dijo Damian, con la mirada tranquila posada en Nina, que seguía actuando como si estuviera borracha. «Nina está borracha en mi casa. ¿Puedes venir a recogerla?».
Nina se quedó paralizada, sorprendida por su reacción.
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