Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 1694
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Capítulo 1694:
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Damian se sentó allí, distante e impenetrable, manteniendo una clara distancia tanto en sus palabras como en su lenguaje corporal.
Nina estudió su rostro, aún más llamativo de lo que recordaba. «Solíamos ser inseparables. ¿Cuándo cambiaron las cosas entre nosotros? ¿Recuerdas ese tallado de madera que me regalaste cuando nos conocimos?».
«Eso ya quedó atrás». Damian cerró el tema con una respuesta seca.
Nina solo asintió con la cabeza. «Lo sé».
Ninguno de los dos habló mientras Nina volvía a beber.
Siempre había tenido una gran tolerancia al alcohol y nunca perdía el control, por mucho que bebiera. Sabía que mantendría la cabeza despejada.
Aun así, si quería que Damian bajara la guardia, tendría que fingir estar un poco achispada. Su plan era fingir estar borracha y ver cómo respondía él.
En el fondo, sabía que solo seguiría intentándolo si a él le importaba.
«Quizás esos tiempos ya han pasado, pero recuerdo cada detalle». Dejando que su voz titilara, Nina giró su copa y habló en voz baja. «¿Sabes lo difícil que fue esperar tus mensajes que nunca llegaron?».
Damian se dio cuenta de que su estado de ánimo había cambiado.
Ella apoyó la cabeza en la mesa y se volvió hacia él. «¿Te molesto?».
«Ya has bebido suficiente», dijo Damian mientras la observaba con atención, fijándose en el rubor de sus mejillas y el cambio en su tono de voz. Sin previo aviso, extendió la mano, le quitó la copa y se levantó. «Te voy a llevar a casa».
Nina intentó resistirse. —No quiero irme.
Damian ignoró su negativa, recogió sus cosas, la levantó en brazos y la sacó del bar.
Sus ojos contenían una tormenta de emociones que apenas podía controlar.
¿Cómo podía siquiera pensar en beber cuando un poco ya era demasiado para ella?
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—Damian —Nina apoyó la mejilla en su pecho y murmuró su nombre.
Una oleada de tensión recorrió su espalda.
Su gesto hizo que su corazón latiera con fuerza.
—¿Por qué desapareciste? ¿Por qué no respondiste a ninguno de mis mensajes? —Nina lo miró, con voz frágil y arrastrada, y le tocó la mejilla—. Te fuiste sin decir una sola palabra y yo esperé durante mucho tiempo. ¿No te importó lo mucho que me dolió?
Damian la sentó en el asiento del copiloto y le abrochó el cinturón con delicadeza.
La palabra «dolor» resonó en su mente.
Al notar su vacilación, Nina le agarró del brazo y continuó con su actuación. —Solo dime por qué te quedaste en silencio. Si me lo explicas, te perdonaré, aquí y ahora.
«No hay nada más que decir». Damian le abrochó el cinturón de seguridad, manteniendo un tono neutro. Lo primero que se le ocurrió fue llevarla a casa de Kristian, pero Nina no quiso. Negó con la cabeza e insistió en que la llevara a su casa.
La respuesta inmediata de Damian fue un rotundo no. En cuanto se negó, ella se echó a llorar. Lágrimas de verdad. Resbalaban por su rostro y sacudieron algo en su interior.
Al final cedió.
Cuando por fin llegaron a su apartamento, el reloj marcaba poco más de las nueve. Damian vio lo desorientada que estaba y le sirvió un vaso de agua, cuidándola con sorprendente atención.
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