Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 1563
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Capítulo 1563:
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«Están muy bien», respondió Kristian. «A veces hablan de ti, ¿sabes? Te echan de menos».
El corazón de Freya se conmovió, pero permaneció en silencio.
La mirada de Kristian se posó en ella, su calma se desvaneció y sus emociones se agitaron como una tormenta en su interior.
Si pensaba que había seguido adelante, se equivocaba. Los días sin ella habían transcurrido con normalidad, con solo un destello de emoción cuando se mencionaba su nombre. Pero ahora, sentado allí, su corazón era una presa a punto de reventar.
—Freya —dijo él, con voz ronca por la emoción.
Ella levantó la vista. —¿Sí?
«Nada», respondió él, esbozando una pequeña sonrisa. «El tiempo pasa volando, ¿verdad? Tus hijos están creciendo muy rápido».
«Desde luego», asintió Freya, apretando ligeramente los labios.
Se produjo un extraño momento de silencio.
Freya estaba a punto de terminar la conversación cuando el teléfono de Kristian vibró.
Él lo miró, su expresión se ensombreció y rechazó la llamada.
Volvió a sonar, insistentemente.
«¿Te dejo solo?», le ofreció Freya, pensando que podría ser algo privado. «Es tarde. Podemos seguir hablando mañana».
«No, está bien», dijo Kristian, respondiendo a la llamada.
Se oyó una voz suave. —¿Por qué has colgado?
«Estaba con una amiga», dijo Kristian con sencillez.
«¿Quién?», preguntó la mujer, curiosa.
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«Freya», respondió él, sin dar más detalles.
Freya miró el teléfono, preguntándose quién sería. ¿Su madre, tal vez?
Se produjo una larga pausa. Entonces, la voz al otro lado del teléfono dijo en voz baja: «No puedo creerlo».
¿Cómo podía Kristian estar con Freya? ¡Parecía impensable!
La mujer añadió: «No hace falta que inventes una excusa tan poco convincente para esquivarme. Te conozco demasiado bien. ¿Por qué irías a ver a Freya?».
«Si no confías en mí, dejaré que ella hable contigo». La voz de Kristian era firme, sin dejar lugar a dudas.
«Está bien», respondió la mujer secamente.
Kristian le pasó el teléfono a Freya y le susurró: «Di algo».
«¿Como qué?», preguntó Freya con cara de desconcierto. No tenía ni idea de quién estaba al otro lado. ¿Qué se suponía que debía decir?
Kristian no respondió. En su lugar, volvió a llevarse el teléfono a la oreja y dijo con calma: «¿Has oído su voz?».
Se hizo el silencio al otro lado.
Solo una respiración débil indicaba que la llamada seguía conectada.
«Tengo cosas que hacer. Hablamos luego». El tono de Kristian se mantuvo firme y terminó la llamada rápidamente.
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