Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 153
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 153:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
—Espero que esté publicada mañana por la tarde —declaró Kristian, frunciendo el ceño ante la actitud despreocupada de ella—. «Si no es así, prepárate para las consecuencias».
«Me estás arruinando la noche», espetó Freya, con irritación evidente en su voz. «¿No puedo tener un momento de paz para ver la televisión?».
Con un suspiro, Freya cogió su vaso de agua y subió las escaleras con paso firme, haciendo eco con sus pasos. Gerard y Kristian se quedaron allí, atónitos por el repentino arrebato de Freya.
Gerard, apretando los labios, se atrevió a decir: —No te preocupes. Me quedaré hasta tarde y redactaré uno yo mismo. Si ella no lo tiene preparado para mañana, le enviaré el mío.
Kristian se limitó a mirarlo, sin responder.
Bajo el peso de su mirada penetrante, Gerard se secó nerviosamente la frente, desconcertado. «¿Tengo algo en la cara?».
Recordaba claramente haberse lavado después de comer, y no tenía nada en la cara.
«¿Por qué no sales a cenar?». La mirada de Kristian se endureció y sus rasgos se tensaron en una máscara de frío desagrado.
«Ya he cenado», respondió Gerard, recordando cómo se había quedado tan cautivado por el programa de variedades que había perdido todo sentido de la cautela. —La Sra. Briggs pidió mi cena junto con la suya alrededor de las seis, y la compartimos.
Los ojos de Kristian parecieron helarse al oírlo.
Hacía mucho tiempo que no cenaba con Freya, y ahí estaba Gerard, aparentemente disfrutando de la velada, a pesar de que lo habían enviado allí estrictamente por negocios.
Gerard se dio cuenta poco a poco. —¿Aún no has cenado?
—Ve a la oficina y friega los baños —le ordenó Kristian, ignorando la pregunta.
Gerard arqueó una ceja, con un tono de incredulidad en la voz. —¿En serio?
Kristian, recostándose en su asiento con un gesto sarcástico, replicó con suavidad: —¿Te parece que estoy de humor para bromas?
—¿Y qué hay de la Sra. Briggs? —preguntó Gerard, con un tono de preocupación en la voz.
—Yo me encargaré de ella personalmente —declaró Kristian, endureciendo el tono al pronunciar la palabra «personalmente».
Gerard comprendió lo que estaba pasando y una sombra se dibujó en su rostro al descifrar la frialdad en el tono de su jefe. —Entendido, me voy a la oficina.
Se dio media vuelta y salió con paso apresurado, sin demora alguna.
Como habitual gorronero de aperitivos y tiempo frente a la pantalla, Gerard se aseguró de sacar la basura al salir, un pequeño gesto de buena voluntad. Con el suave clic de la puerta, la mirada de Kristian recorrió la habitación, pensativa y calculadora.
Si no hubiera aparecido esta noche, ¿habría tolerado Freya la presencia continuada de Gerard?
Impulsado por esta pregunta, subió las escaleras en silencio y llamó a la puerta tras la que había desaparecido Freya.
Freya, que esperaba a Gerard, abrió la puerta sin dudarlo.
Nunca se le había pasado por la cabeza que Kristian pudiera quedarse. Probablemente solo había venido para supervisar el progreso de Gerard; al fin y al cabo, una visita personal solía tener más impacto que una simple llamada. Sin embargo, al ver a Kristian, Freya intentó cerrar la puerta rápidamente, en un claro gesto de rechazo.
Pero Kristian fue más rápido y bloqueó la puerta.
.
.
.