Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 1463
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Capítulo 1463:
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Completamente molesto.
«Si lo cambias ahora, luego cotillearán aún más», dijo Melvin, tan tranquilo como siempre.
«No me importa», replicó Jessica.
Mientras no se burlaran de ella por estar soltera o por perseguir un amor no correspondido, no le importaba lo que dijeran.
«No hace falta cambiarlo», respondió Melvin con suavidad, firme como una roca. «Podemos encontrarnos en la entrada. Después, te llevaré a cenar dentro. No ellos».
Los dedos de Jessica se congelaron sobre el teclado, con una chispa de comprensión en los ojos. Melvin solo había mencionado encontrarse en la entrada de Amara Kitchen, no compartir una comida.
«¡Eres genial!», exclamó ella, con una sonrisa que iluminaba su rostro como un amanecer.
Melvin se movió, un poco avergonzado por sus elogios. «Solo hago mi parte», murmuró.
Jessica sonrió, conociendo muy bien los hábitos coquetos de esas chicas. «Probablemente se derretirán por ti en cuanto te vean», bromeó. «Pero no te preocupes, yo te cubriré las espaldas».
Melvin asintió levemente con la cabeza, su forma tranquila de dar las gracias.
Mientras tanto, su publicación causó revuelo entre su grupo de amigos, y Gerard fue el primero en reaccionar.
En cuanto vio sus actualizaciones, llamó a Melvin. «¿Ahora sois pareja y ni siquiera me lo habéis dicho? ¡Prácticamente he hecho de casamentero!».
Jessica intervino con tono juguetón. «No queríamos molestarte durante tu luna de miel con algo sin importancia».
Melvin asintió. «Sí, eso es».
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Gerard no se lo creyó. «Venga, ¿me pagáis ahora por hacer de celestino? Sois ricos, seguro que podéis darme algo de dinero».
Melvin parpadeó, confundido. ¿Que le pagaran por hacer de celestino?
Jessica tosió, con las mejillas sonrojadas y un ligero toque de pánico.
«¿No te lo ha dicho?», preguntó Gerard, intrigado.
Jessica se apresuró a intervenir. «No te preocupes, recibirás lo que te corresponde. Se lo dije, pero se le ha olvidado por un momento», dijo, encubriendo sus huellas.
Gerard se rió entre dientes, sin insistir en el tema. «Me parece justo. Os dejo solos, tortolitos».
Cuando terminó la llamada, Melvin frunció el ceño, todavía pensando en la tarifa. «¿De qué estaba hablando?».
Jessica lo ignoró. —Oh, nada.
No iba a soltar la lengua. Si lo hacía, ¿pensaría él que estaba tramando algo?
Melvin arqueó una ceja. «Ya conoces a Gerard. Si le hubiera pagado para que me contara toda la historia, habría cantado como un canario».
Jessica se quedó callada y lo miró fijamente a los ojos. Finalmente, suspiró y se rascó la cabeza. «Está bien, no pasa nada. No es gran cosa».
Melvin esperó, con la mirada fija.
«Cuando estudiaba en el extranjero», admitió Jessica, «le pedí que te vigilara, solo para saber cómo estabas».
Melvin la miró, con una expresión suave pero indescifrable.
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