Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 1445
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Capítulo 1445:
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«Sí».
«Pero ella ya está casada».
«¿A tus ojos?», preguntó Freya, inclinando ligeramente la cabeza, «¿eso cuenta siquiera como un matrimonio?».
Melvin negó con la cabeza. Ni Jessica ni Jack se tomaban en serio su matrimonio.
«Ve», dijo Freya con calidez. Quería que Jessica tuviera la felicidad que se merecía. «Quédate con ella. Yo me encargaré de todo aquí».
Melvin respiró profundamente varias veces para calmarse. Su corazón ya había tomado una decisión.
Sabía que Jessica no estaba mejor. Si ese era el caso, tal vez valía la pena intentarlo por última vez.
Como Jessica no respondía a sus llamadas, cogió el teléfono de Freya y marcó su número.
Jessica parpadeó al ver el número antes de contestar, con una sonrisa burlona en los labios. —¿Crees que voy a ir corriendo solo porque me has llamado? Aquí estoy muy bien. Rodeada de chicos encantadores. Ya no te necesito.
«Yo también tengo abdominales», dijo Melvin con total seriedad. «Mejores que los suyos. Mucho mejores».
Jessica casi se atraganta.
El tono de Melvin se mantuvo firme. «Entonces… ¿quieres que quedemos o no?».
«Sabes lo que significa decir que sí», respondió Jessica en voz baja, haciendo una pausa antes de decir finalmente la verdad. Quería dejarlo en ascuas. Quería darle una lección.
Pero en el momento en que él la llamó, se sintió impotente.
«Lo sé», respondió Melvin. Su mirada era firme, aunque bajo ella se gestaba un conflicto. «¿Dónde estás? Voy a recogerte».
«No hace falta», dijo Jessica rápidamente. No quería que él se enterara del matrimonio falso, al menos todavía no. ¿Y si esto solo era una prueba? «Quedemos en treinta minutos. Te enviaré la dirección».
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«De acuerdo», aceptó Melvin sin dudarlo.
Cuando terminó la llamada, Jessica casi saltó de alegría, incapaz de contenerse.
Corrió a su habitación y arrojó ropa y maquillaje en su maleta como una tormenta que azota aguas tranquilas.
Jacob, todavía con los ojos legañosos por el sueño, se frotó las sienes y frunció el ceño. —¿Por qué estás haciendo las maletas de repente?
«¡Me ha pedido salir!», dijo Jessica con los ojos brillantes. La antigua y vibrante energía volvió a su voz, derramándose en una sonrisa que no había visto en días. Jacob no necesitó preguntar, ya lo sabía.
—¿Melvin?
Ella asintió tímidamente. —Sí.
—No vas a ir —dijo Jacob con firmeza, sin dejar lugar a discusiones. Su tono transmitía la inquebrantable actitud protectora que siempre reservaba para su sobrina.
Jessica se detuvo a mitad de doblar un vestido, frunciendo el ceño con confusión. —¿Por qué no?
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