Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 1421
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Capítulo 1421:
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«¿Qué estás haciendo?», preguntó Jessica con voz pastosa, fingiendo protestar.
Melvin la ayudó a ponerse en pie. «Es hora de irse a casa».
«Para». Jessica lo empujó, tambaleándose sobre sus piernas inestables.
Su esfuerzo por mantenerse en pie provocó una leve preocupación en el rostro de él, aunque rápidamente se desvaneció. Ella siguió con su actuación.
Tardó unos minutos más antes de cambiar de estrategia, dejando claras sus intenciones.
Con unos movimientos calculados, guió a Melvin hasta la cama. Inclinándose sobre él, lo sujetó con una fuerza sorprendente, con una voz susurrante y burlona. «Melvin, quiero besarte».
«¡No!». La negativa de Melvin fue tajante y firme.
Intentó empujarla, pero su posición le ofrecía poca ventaja. Sus manos no encontraron ningún punto de apoyo sólido y sus fuerzas disminuyeron en la lucha. Incapaz de liberarse, permaneció inmovilizado bajo ella.
Jessica jugaba con él de forma sutil, con una expresión que era una mezcla perfecta de aplomo y encanto juvenil. En ese momento, era absolutamente magnética.
Melvin podía sentir la tentación agitándose en su interior mientras ella jugaba con él, pero la apartó con firme determinación. Entendía muy bien los límites. Por mucho que ella intentara seducirlo, sabía que nunca podría cruzar esa línea.
Al notar su resistencia, Jessica se cansó de su propio juego. Podía sentir la respuesta natural de su cuerpo a sus provocaciones, pero, a pesar de ello, su rostro permanecía impasible, tranquilo, controlado, como si sus insinuaciones no tuvieran ningún efecto sobre él.
Jessica siguió jugando con él, aunque sus pensamientos ya se estaban desviando hacia el sueño. «¿Eres… impotente?».
«Sí». La respuesta de Melvin fue simple y seca.
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Jessica se quedó momentáneamente sin palabras. Todo su deseo anterior pareció disolverse en ese instante. No sabía si sentirse frustrada o conmovida. Por un lado, ella había iniciado el coqueteo, pero él se mantuvo imperturbable. Por otro lado, su cuerpo había traicionado una reacción, pero su autodisciplina se mantuvo firme, negándose a dejar que nada lo influyera. Desde esa perspectiva, sin duda estaba a la altura de su reputación de caballero.
—Vamos a llevarte a casa —dijo Melvin, aprovechando el momento en que ella se movió ligeramente. Le bajó suavemente los hombros antes de incorporarse—. No tienes que irte con todos los hombres que te lo pidan, y no debes beber con desconocidos. ¿Lo entiendes?
—Yo no… —gimió Jessica, dejándose caer sobre la cama y negándose a cooperar. Melvin, ajeno a su actuación, supuso que estaba realmente ebria.
Se puso de pie, recogió su teléfono y su bolso, asegurándose de que no se dejara nada. Con cuidado y en silencio, la levantó en brazos y la sacó del hotel como si fuera frágil.
Jessica sintió una oleada de calor en el pecho. En ese momento, su decisión de casarse con él se consolidó. En el fondo, sabía que nunca encontraría a alguien tan atento como él. Incluso ahora, mientras ella fingía estar borracha, él le había puesto su chaqueta sobre los hombros para mantenerla caliente mientras salían de la habitación.
Una vez en el aparcamiento, Melvin la sentó con delicadeza en el asiento del copiloto y lo ajustó para que estuviera cómoda. Por precaución, reguló la temperatura del coche a un nivel agradable antes de arrancar el motor con tranquila determinación.
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