Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 142
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Capítulo 142:
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Ella sabía lo del matrimonio de Freya.
Pero ninguna de las dos mencionaba el nombre en voz alta. Farrah nunca preguntó y Freya nunca lo reveló.
Cuando se encontraban, la conversación fluía con facilidad: comida, bebida, cotilleos, trabajo, moda, belleza. Rara vez hablaban de relaciones, a menos que ocurriera algo importante.
Además, Freya casi nunca asistía a las reuniones de Kristian. Como nunca habían anunciado su matrimonio, pocos lo sabían.
—No —respondió Freya con sencillez—. Nos vamos a divorciar.
Farrah parpadeó, segura de haber oído mal.
Luego abrió mucho los ojos.
La conmoción la golpeó con fuerza, nunca había imaginado que el matrimonio de Freya terminaría así. «Estás bromeando, ¿verdad? ¡Recuerdo que decías que te trataba bien!».
«Ya hemos presentado los papeles». La voz de Freya se mantuvo firme. «El martes que viene, el tribunal lo hará definitivo».
«Dame un segundo». Farrah se sintió perdida, luchando por asimilarlo.
¿Divorcio? Nunca se lo habría imaginado.
En su opinión, Freya era increíble, ¿cómo podía alguien dejarla?
Después de respirar hondo, Farrah se atrevió a preguntar: «¿Lo has pedido tú… o él?».
«Él».
«¿Por qué?». La curiosidad agudizó el tono de Farrah.
Freya eludió la verdad. «No éramos el uno para el otro».
Conocía demasiado bien a Farrah.
Si Farrah se enteraba de que Kristian la dejaba por otra mujer, explotaría.
Y Freya no quería preocuparla demasiado.
—Él se lo pierde. —Farrah le apretó la mano, esforzándose por parecer alegre—. Encontrarás a alguien mejor, alguien más guapo y más amable. Déjale que vea cuánta gente te adora. No le necesitas.
Freya asintió con la cabeza.
Hablaron un rato más antes de que llegara la comida.
Mientras comía, Freya lo vio: un leve moratón en el cuello de Farrah, que antes estaba oculto bajo la bufanda.
—Farrah.
—¿Sí? —Farrah levantó la vista del teléfono.
Freya ladeó la cabeza—. ¿Estás saliendo con alguien?
—¡Ni hablar! —Farrah se rió.
Freya señaló. —Entonces, ¿qué es eso?
Farrah se tensó, solo por un segundo.
Freya no lo pasó por alto.
—En realidad, estoy casada —Farrah se encogió de hombros, con su tono despreocupado de siempre.
—Por cortesía de mi marido nominal.
Ahora era Freya la que se quedó atónita.
—¿Desde cuándo? Nunca me lo dijiste.
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