Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 1416
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Capítulo 1416:
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«Sé que te he hecho daño y te he causado dolor». Las palabras de Melvin eran pesadas, su mente daba vueltas pensando en lo que podría haber pasado si hubiera aparecido otra persona. «Si necesitas descargar tu ira, gritar, pegarme, lo que sea, no te lo impediré. Pero ¿esto? No puedes hacer esto».
«¿Hacer qué?», replicó Jessica, inclinando la cabeza.
«Estás jugando con fuego», dijo Melvin con franqueza, preparándose para lo peor. «Si otro chico hubiera entrado y te hubiera visto en esta habitación, con este aspecto, podría haber…». Sus palabras se apagaron, atascadas en su garganta.
—¿Intentado acostarse conmigo? —concluyó Jessica por él, con voz aguda.
La frustración de Melvin se desbordó. —Lo sabías. Entonces, ¿por qué lo hiciste?
—Lo invité aquí para eso —dijo Jessica con audacia, clavando sus ojos en los de él—. Ya que estás aquí, empecemos.
«¿Empezar qué?», preguntó Melvin, desconcertado.
Jessica se acercó y trazó círculos con los dedos sobre su pecho. Susurró: «Juguemos al juego de los adultos».
Melvin retrocedió, echando un vistazo a su blusa ligeramente desabrochada. Frunció el ceño con preocupación.
«¿Estoy guapa?», preguntó Jessica, al darse cuenta de su mirada.
Melvin permaneció en silencio y se quitó la chaqueta del traje.
Ella parpadeó, confundida. ¿Estaba él entrando en el juego?
«Estás preciosa», dijo Melvin en voz baja, con tono cálido, al oído de ella. Le colocó suavemente la chaqueta, cálida y con el ligero aroma de su colonia, sobre los hombros. «Hace frío aquí. Ponte esto».
Ese pequeño gesto de amabilidad encendió una tranquila calidez en su corazón. Sonrió para sí misma: él no tenía ni idea de romance.
«No vuelvas a hacer esto nunca más», dijo Melvin, ajustándole la chaqueta. «Los chicos que juegan a estos juegos no son seguros. No querrás contagiarte de algo».
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«Elegiré a alguien seguro», bromeó Jessica, rechazando la sugerencia.
«¿Cómo sabes que es seguro sin un chequeo médico?», preguntó Melvin con tono firme, sin estar dispuesto a dejarla correr ese riesgo. «No hagas que tus padres se preocupen».
Jessica se quedó quieta, con una mecha suelta de pelo cayéndole suavemente sobre los hombros. —¿Y tú qué?
Melvin se quedó paralizado por un momento. —¿Qué?
«¿Estás preocupado por mí?», preguntó Jessica, con voz suave pero directa.
Él apretó los labios y la miró fijamente a los ojos. —Sí, estoy preocupado.
El corazón de Jessica dio un vuelco. «¿Te gusto?», insistió ella con tono serio. «Si es así, me casaré contigo. Si no, me casaré con Jack mañana».
—Jessica… —comenzó Melvin, y luego vaciló.
—Solo dímelo —interrumpió Jessica, cansada de respuestas vagas—. ¿Te gusto o no?
Melvin se quedó en silencio, con los pensamientos enredados.
Ella no lo presionó, dándole espacio para pensar.
«Lo siento», dijo por fin, en voz baja. «Te quiero como amiga. Eso es todo».
«Júralo», exigió Jessica, que necesitaba claridad.
—Lo juro —dijo Melvin, con tono firme y sincero.
Jessica entrecerró los ojos. «Si alguna vez te enamoras de mí, nunca volveré a ser feliz».
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