Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 1408
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Capítulo 1408:
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Por azares del destino, Roland y Lena estaban en casa, descansando en la calidez de su salón.
Melvin entró por invitación de ambos, con sus zapatos lustrados haciendo clic sobre el suelo de madera. Roland y Lena, conscientes del afecto que su hija Jessica sentía por él, lo saludaron con sonrisas ensayadas, ocultando su cauteloso interés tras una cortés cortesía.
Una criada entró deslizándose y dejó una bandeja con café humeante sobre la mesa. Roland se inclinó hacia delante y tamborileó ligeramente con los dedos sobre el reposabrazos. «Bueno, Melvin, ¿qué te trae por aquí?», preguntó con tono tranquilo, pero inquisitivo.
Sin titubear, Melvin soltó la bomba. «Jessica planea casarse mañana con Jack Bowman». Sus palabras cortaron el aire, sin traicionar ningún indicio de querer guardar el secreto de Jessica.
Roland se quedó paralizado, con la taza de café a medio camino de sus labios. La sorpresa se reflejó en su rostro.
Lena abrió mucho los ojos y detuvo la mano sobre el azucarero.
Ambos parecían desconcertados.
Lena parpadeó, como si las palabras hubieran fallado en sus oídos. —Espera —dijo con voz cautelosa—, ¿estás seguro de que se va a casar con Jack Bowman?
Su mente se aceleró. Jessica siempre había estado enamorada de Melvin, ¿cómo podía ser eso?
Melvin asintió con la cabeza, con sus rasgos apuestos tranquilos pero resueltos. «Me lo ha dicho ella misma. Ya se ha mudado con él».
Roland dejó la taza con un tintineo, mientras sus pensamientos se apresuraban por seguir el ritmo. «Espera, déjame asimilarlo». Se frotó la sien, frunciendo el ceño.
Melvin se inclinó hacia delante y apretó brevemente las manos a los lados, un destello de nerviosismo que delataba su compostura. —Me confesó sus sentimientos, pero yo la rechacé —dijo—. En un arranque de ira, llamó a Jack y le dijo que se casaría con él.
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Roland entrecerró los ojos. «¿Por qué la rechazaste?».
Melvin dudó y bajó la mirada al suelo. —Por motivos personales —respondió.
«¿Qué razones?», insistió Roland, apretando la mandíbula.
Lena lanzó una mirada severa a su marido, cortando el aire con la mano. —Si dice que son personales, Roland, significa que no quiere compartirlas. Se le encogió el corazón al imaginar el dolor de Jessica, e . Sabía que la devoción de su hija por Melvin era profunda. —¿Por qué tienes que presionarlo?
Roland se sonrojó. —Ha rechazado a mi hija. ¿No puedo preguntarle por qué? —Hizo un gesto amplio, rebosante de frustración.
Melvin bajó la mirada, con la culpa grabada en su rostro. «Lo siento», murmuró con voz grave.
Roland abrió la boca, pero las palabras se le atragantaron en la garganta, atrapadas por el peso de la disculpa.
Melvin se movió en su asiento y siguió insistiendo. «Es culpa mía que ella esté herida. Pero ahora mismo, la prioridad es evitar que se precipite a contraer un matrimonio imprudente». Les miró a los ojos, decidido. «Espero que hablen con ella, que la convenzan de que reconsidere esta decisión de la que podría arrepentirse».
Roland empezó a responder. «Ella…».
Lena levantó una mano, interrumpiéndolo. —Nos ocuparemos de ello cuando vuelva a casa. Hablaremos con ella como es debido.
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