Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 139
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 139:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Mientras tanto, Freya se movía por su apartamento con una cómoda ropa de estar por casa que resaltaba su porte gentil. Su sola presencia parecía capaz de calmar incluso las emociones más turbulentas.
Cuando unos golpes interrumpieron la tranquilidad de la tarde, se acercó a la puerta sin dudarlo.
Había pensado en instalar un videoportero, pero finalmente había decidido no hacerlo, ya que creía que su residencia allí sería temporal. Por lo tanto, cuando abrió la puerta y se encontró a Kristian delante de ella, frunció el ceño visiblemente, disgustada.
—¿Qué haces aquí? —preguntó directamente, sin hacer ningún esfuerzo por ocultar su enfado.
—Le dije a Gerard que se pusiera en contacto contigo —explicó Kristian, con la chaqueta del traje todavía colgada casualmente sobre el brazo izquierdo y la impecable camisa blanca que le daba un aire de elegancia refinada—. Tengo que hablar contigo.
La última persona a la que Freya quería ver era Kristian. Lo último que quería oír era que él quería hablar con ella.
—¿De qué quieres hablar? —preguntó Freya con frialdad.
La frustración bullía en las venas de Kristian, ya que la actitud fría de ella exacerbaba su estado de ánimo, que ya estaba agitado.
Acortó la distancia entre ellos con un paso decidido y espetó: —Hablemos de tus planes para cuando se finalice el divorcio. ¿Seguirás siendo la guardaespaldas de Ethel Briggs o te fugarás con Trent Seymour?
—Has perdido completamente la cabeza —replicó Freya, abandonando cualquier pretensión de cortesía.
Cuando comenzó el proceso de divorcio, ella había esperado una separación amistosa.
Sin embargo, con el paso del tiempo, el comportamiento de Kristian se volvió cada vez más irracional, rayando en la locura. El hombre amable que había conocido no parecía más que un producto de su imaginación.
—Si realmente estás desempleada, por respeto a mi abuelo, podría conseguirte un puesto en Shaw Group —ofreció Kristian, haciendo caso omiso de su respuesta.
El verdadero motivo de su visita era evaluar su reacción ante la reveladora mancha de pintalabios en su cuello; la charla sobre negocios no era más que una excusa conveniente.
Sin embargo, mientras pronunciaba esas palabras, su mente divagó hacia la vida de ella tras el divorcio.
La imagen de ella sola en una villa, mirando con tristeza al cielo como un gatito abandonado, le provocó una inquietud inesperada.
—¿Qué puesto ofrece un salario anual superior a veinte millones? —retó Freya.
Su exagerada demanda pilló a Kristian desprevenido.
—El salario se corresponde directamente con la capacidad —replicó—. ¿Qué talentos posees que justifiquen más de veinte millones?
«Si no hay ningún puesto que pague veinte millones al año, ¿por qué iba a considerar siquiera tu empresa?», razonó Freya, dejándolo momentáneamente sin palabras. «Con los 1400 millones de mi acuerdo de divorcio depositados a buen recaudo, incluso con un tipo de interés bancario estándar del 1,5 %, ganaría más de veinte millones al año sin hacer absolutamente nada».
Kristian luchó por formular una respuesta.
«Por no mencionar», continuó Freya, «que un depósito tan sustancial no generaría un tipo de interés tan mísero. Para ser un hombre de negocios supuestamente inteligente, tus habilidades aritméticas son sorprendentemente deficientes».
«¿Qué pasa cuando te invade la impulsividad y alguien te estafa tu fortuna?», replicó Kristian, buscando un punto de apoyo verbal.
.
.
.