Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 1367
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Capítulo 1367:
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«Bueno, hay algo en lo que me gustaría que me ayudaras ahora mismo». Jessica empezó a frotarse los dedos como si estuviera reuniendo valor.
Melvin la miró a los ojos. «¿Qué necesitas?».
«Quiero besarte».
Nada podría haber preparado a Melvin para eso.
«¿Te importaría ayudarme con eso?», preguntó Jessica con los ojos brillantes.
Melvin dudó más de lo habitual. Su compostura se resquebrajó por un segundo y un atisbo de emoción brilló en su fría mirada. «¿Por qué sigues queriendo besarme?».
«Solo quiero saber cómo es un beso». Los ojos de Jessica se mantuvieron fijos en él, buscando en su rostro cualquier señal de lo que sentía. «Si no quieres, no pasa nada. No te obligaré».
Cuando terminó, bajó la mirada hacia su regazo, lo que la hizo parecer de repente pequeña y solitaria. Una expresión de tranquila tristeza se apoderó de su rostro. La imagen impactó a Melvin más de lo que esperaba. Su determinación se suavizó y, de repente, su fría apariencia se desvaneció.
«De acuerdo».
Un poco aturdida, ella preguntó: «¿Lo dices en serio?».
«Puedes besarme». Melvin asintió, aunque le empezaban a sudar las manos. «Pero solo en la mejilla».
«¿Estás seguro?».
—Lo estoy.
«¿De verdad?».
Una amplia sonrisa se dibujó en su rostro.
Acercándose un poco más, mantuvo la mirada fija en él, con los ojos brillantes de picardía mientras lo provocaba con la creciente cercanía, pero se detuvo justo antes de dar el paso. «Está bien, ahora te besaré».
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Sin darse cuenta, Melvin clavó los dedos en el cojín del sofá y contuvo la respiración, presa de la tensión.
Los segundos pasaban lentamente. Su pulso retumbaba en sus oídos mientras ella se mantenía allí. Cuando la espera se hizo insoportable, se volvió hacia ella, queriendo decir algo. «Tú…».
Entonces, sus labios se rozaron.
Todos los músculos de su cuerpo se tensaron. Se quedó paralizado en el sitio.
Jessica tampoco podía creerlo: no esperaba que él se girara justo cuando ella se inclinaba.
«No te veía como ese tipo de persona, Melvin». Sus mejillas se sonrojaron, pero hizo todo lo posible por parecer serena y habló con cara seria. «Si querías un beso en los labios, podrías habérmelo dicho en lugar de intentar ser ingenioso».
—De verdad que no era mi intención —respondió Melvin rápidamente. Lo único que quería era girarse y hacerle una pregunta. Ni siquiera se le había pasado por la cabeza besarla en ese preciso instante.
Por dentro, Jessica sentía el corazón acelerado, pero mantuvo la calma. «Claro. Te creo».
«Suenas escéptica», respondió Melvin, intuyendo que había algo más detrás de sus palabras.
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