Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 1331
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Capítulo 1331:
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Ellis lo caló enseguida. «Soy como tú».
«¿Qué quieres decir con eso?», Michael se hizo el tonto.
«Sé exactamente lo que estás tramando. Quieres que esté de acuerdo y luego me apuñalarás por la espalda en mitad del partido», dijo Ellis, con voz llena de diversión.
Michael se quedó paralizado por un instante y luego intentó disimular. «Vamos, solo quería comprobar si aún tenías ese espíritu competitivo».
Maldita sea. Lo había pillado.
«Qué pena», añadió Ellis, siempre tan travieso, con una sonrisa burlona en los labios. «Estaba a punto de decirte que, si realmente querías un empate, quizá lo habría considerado».
—Espera, ¿en serio? —Michael se animó, claramente incapaz de seguirle el juego.
Ellis miró la pantalla frente a él y las comisuras de sus labios se levantaron ligeramente. «En realidad, no».
«¡Maldita sea!», exclamó Michael. «¡Espero que nunca encuentres novia!».
«No te preocupes. Tú me harás compañía», respondió Ellis con suavidad.
«Piérdete».
Michael estaba furioso. ¿No podía este tipo decir algo agradable por una vez? «¿No te preocupa ni un poco no encontrar nunca novia?», preguntó, ahora con verdadera curiosidad.
«Encontrarla o no… no es algo que me quite el sueño», dijo Ellis, con la mirada fija en alguien que aparecía en la pantalla. Su voz se suavizó, tranquila y segura. «Si tiene que ser, será. Si no, no tiene sentido forzarlo».
Michael escuchó eso y cayó en un silencio inesperado, reflexionando en silencio. Había tenido una novia, pero eso ya era historia.
«Que tu equipo empiece a moverse alrededor de las dos de la madrugada», dijo Ellis de repente, volviendo a centrar la atención en el trabajo.
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«¿Eres humano?», se quejó Michael, sintiendo una profunda pena por Freya y los demás. «¿Ni siquiera les dejas dormir por la noche?».
Ellis no se molestó en dar explicaciones.
Antes pensaba que bastaría con entrenarlos adecuadamente. Pero entonces, un día, estos novatos acudieron a él, pidiendo lo auténtico, suplicando que no los mimaran. Como ellos lo habían pedido, como su capitán, no iba a tomárselo con calma.
Durante la semana siguiente, Freya y su equipo fueron llevados al límite. Desde el amanecer hasta bien entrada la noche, su concentración nunca flaqueó. Sin embargo, gracias al apoyo mutuo, lograron superar la prueba.
Al final, su estado mental había experimentado una transformación completa con respecto al punto de partida.
El último día, salieron tambaleándose del bosque, completamente agotados.
Cuando vieron a Ellis esperándolos allí, se desplomaron en el suelo sin dudarlo, sin importarles las apariencias ni el orgullo. En ese momento, el simple hecho de estar vivos les parecía un milagro.
Ellis les dio agua y comida a cada uno. Solo después de que hubieran comido les preguntó:
«¿Cómo os sentís?».
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