Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 1273
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Capítulo 1273:
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«Todo listo», sonrió Greta mientras apretaba la última correa y le guiñaba un ojo.
«Es hora de ponerse en marcha».
Jesse asintió con la cabeza.
Después de entregarle la mochila y la maleta, se subió a la moto detrás de ella, agarrándose con sus pequeñas manos a la chaqueta.
Greta pulsó un discreto botón y el asiento se ajustó ligeramente, para que el niño estuviera más seguro, más cómodo y más protegido. Por supuesto, las modificaciones habían sido autorizadas por las autoridades locales.
Una vez comprobado todo, Greta arrancó el motor. La moto rugió bajo ellos, firme y potente, y entonces se pusieron en marcha, rodando por el camino a un ritmo seguro pero ágil.
Jesse sonreía de oreja a oreja, con los ojos llenos de asombro. El viento en su cabello, el mundo pasando a toda velocidad… era libertad. Era aventura.
Y le recordó cómo Freya también solía montar en moto.
Una vez le había rogado que lo llevara a dar una vuelta, pero al final, su padre, demasiado serio, los había obligado a volver a casa y les había impuesto una de sus legendarias charlas.
Freya nunca volvió a montar en moto después de ese día, y Jesse tampoco había vuelto a ver una desde entonces.
Jesse se preguntaba a menudo por qué su madre siempre seguía el ejemplo de su padre, sobre todo cuando este la trataba más como a una niña. Le desconcertaba cómo ella aguantaba su actitud descarada.
Cuando Greta y Jesse llegaron a la cálida y espaciosa casa de ella, él se volvió hacia ella con esa misma pregunta.
«Adivina», dijo Greta con una sonrisa juguetona, quitándole suavemente el casco de la cabeza.
Jesse pensó intensamente, rascándose la cabeza. «¿Quizás mi padre tiene algún secreto que hace que mi madre le escuche?», supuso.
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Greta se rió, con una sonrisa radiante, mientras le cogía de la mano. «Es más sencillo que eso. Es como una historia de amor clásica: uno lidera y el otro le sigue porque quiere».
Jesse asintió con la cabeza, encajando las piezas. «Creo que lo entiendo».
«Así son tus padres», dijo Greta con voz suave y amable. «Tu madre deja que tu padre tome las decisiones porque eso la hace feliz».
En su recuerdo, Freya siempre había sido fuerte, tomando sus propias decisiones desde muy joven.
Era ella quien consolaba a los demás, siempre dispuesta a ofrecer una palabra amable o una mano amiga.
Pero cuando salió con Ellis, empezó a apoyarse en él. Incluso aprendió a actuar de forma un poco consentida, algo nuevo para ella.
Greta a veces pensaba que Mina podría haber perdido un poco de sí misma si se hubiera casado con otra persona.
Pero Ellis era diferente. Era el único hombre en quien todos confiaban plenamente. Pasara lo que pasara, siempre estaría al lado de Freya.
Jesse dudó y luego preguntó en voz baja: «¿Mi padre quiere mucho a mi madre?».
Los ojos de Greta se suavizaron. «Lo que siente por ella es más que amor. Ella lo es todo para él, la única persona que le importa tanto».
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