Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 126
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 126:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Kristian dirigió su descontento hacia Gerard, con actitud gélida. —Una palabra más y tu empleo terminará inmediatamente.
Gerard se mantuvo firme. —Solo estoy diciendo la verdad.
La mirada de Kristian podría haber roto un cristal. Si Gerard no le hubiera servido lealmente durante años, ¡su carrera habría terminado en ese mismo instante!
«Siéntete libre de llevar a cabo cualquier investigación que consideres necesaria», desafió Freya, manteniéndose firme.
A lo largo de su matrimonio, ella nunca había visitado la sede del Grupo Shaw ni había entrado en su estudio privado para acceder a su ordenador. A lo sumo, le había ofrecido orientación ocasional cuando veía que tenía dificultades con cuestiones técnicas.
—Con tu nivel de experiencia, ¿cómo podrías descubrir algo? —Las palabras de Kristian estaban cargadas de acusación.
Freya decidió ignorarlo. Ninguna explicación frenaría sus sospechas cada vez mayores.
Gerard no podía tolerar que su ídolo fuera acusado falsamente. —Si realmente tenía la intención de robar secretos corporativos, ¿por qué se involucraría personalmente? Con sus extraordinarias capacidades, ¿no habría sido mucho más lógico un enfoque más distante que el matrimonio?
—¡Gerard Todd! —Kristian casi lo sacó a la fuerza de la habitación.
—Solo estoy ofreciendo otra perspectiva. Tú sueles abordar los asuntos con una precisión lógica, pero en lo que respecta a la Sra. Briggs, tu razonamiento parece inusualmente confuso. Esta paradoja desconcertaba profundamente a Gerard.
La mirada de Kristian se posó en la boca de Gerard, que no dejaba de moverse, luchando contra el impulso de silenciarlo para siempre.
Entendía que Freya nunca recurriría a tales tácticas; lo que no podía comprender era por qué su esposa había ocultado sus habilidades como hacker durante todo este tiempo.
Como marido, esta revelación lo tomó completamente por sorpresa.
Al ver la genuina irritación de Kristian, Gerard se unió al interrogatorio. —Señorita Briggs, ¿por qué nunca ha mencionado su experiencia como hacker?
—¿Por qué debería hacerlo? —replicó Freya con sencillez.
—Podría impresionar a todo el mundo —comentó Gerard.
Tanto Freya como Kristian lo miraron, completamente estupefactos.
—Es solo una broma —dijo Gerard rápidamente, reconociendo lo incómodo de su comentario y ajustándose nerviosamente las gafas—. Simplemente me parece una pena que un talento tan notable pase desapercibido.
—No hace falta que se reconozca —desestimó Freya con indiferencia.
La fascinación le pareció algo infantil.
En su juventud, había compartido la perspectiva de Gerard, creyendo que las personas que resolvían casos con solo pulsar unas teclas poseían una frialdad envidiable.
En aquel entonces, soñaba con dominar esas habilidades y convertirse en una hacker formidable.
Sin embargo, a medida que maduró, esa visión romántica se disipó gradualmente. La información que descubría gracias a sus habilidades era igualmente accesible para las fuerzas del orden, la inteligencia militar y diversas agencias gubernamentales.
En la escuela secundaria, sus capacidades ya habían alcanzado niveles excepcionales, y su mentor se había retirado del mundo digital.
Quizás impulsada por la rebeldía adolescente o por un férreo sentido de la moral, investigó numerosos casos de forma independiente y remitió sus descubrimientos a las autoridades.
.
.
.